Torrezno a pie de calzada romana

Lleva más de cien años en el mismo lugar prestando al viajero sus servicios de posada, de vieja venta. Mucho tiempo atrás, no muy lejos de su actual emplazamiento, cruzaba la bimilenaria calzada romana que venía de Uxama a Numancia. Hoy, la Venta Nueva se ha convertido en el epicentro de esta vía romana puesta en valor. La Venta Nueva sigue en manos de la familia. Recuerdo a Goya García, quien durante años nos dio de comer a tantos pasajeros de la Nacional 122 a la altura de Calatañazor.

Hoy, Pedro y Emma siguen al frente de un establecimiento que mejora cada año ofreciendo al huésped y al comensal comida segura en el Kilómetro 185 de la autovía del Duero. Se puede comer entre 15 y 22 euros. Un menú con varios platos a elegir donde no faltan sopas, menestras, legumbres, albóndigas, filetes y pescados entre otros platos. Además, la cocina de Luis Arroyo, veterano jefe de cocina del restaurante Venta Nueva, permite saborear su codillo de cerdo, el cordero asado, pimientos asados, los judiones o la merluza a la plancha. Sin olvidar que el torrezno de Soria protegido por una marca de calidad tiene en esta Venta de la Nacional 122 una “sede permanente”. También todo lo micológico encuentra su sitio en la comanda y, entre otras variedades, destacan los platos de migueles y trufa negra.

La Venta Nueva, curiosamente, mantiene ciertas connotaciones con la vieja vía romana. Cuenta con habitaciones, servicio de gasolinera y restaurante abierto a diario y el bar, desde las primeras horas de la mañana. Algo parecido en la distancia con las mansios que jalonaban las calzadas romanas hace dos mil años. Por eso, Pedro y Emma se ponen al frente de una modalidad de turismo activo, complemento de la oferta hostelera de Venta Nueva con la posibilidad de caminar o pedalear por la vieja calzada romana rehabilitada con enorme acierto. Kilómetros antes de llegar a la Venta Nueva, el suelo de Calatañazor, en plena autovía, aparecen guiños a Uxama y Numancia.