Diario de Valladolid
Adrián y Antonio, frente a la bodega Ramayal.- E.M.

Adrián y Antonio, frente a la bodega Ramayal.- E.M.

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Javier Pérez Andrés

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Peregrinos, frailes medievales con sus beatos, cabreros, pastores trashumantes, agricultores y viticultores forman parte de algunos rasgos de la tierra de Tábara, en Zamora, siempre con el cordón umbilical en Aliste. Precisamente, en Ferreruela de Tábara el vino que tuvo un pasado histórico desde hace unos años tiene el futuro garantizado. 

En estos momentos Adrián, un joven tabarés, es la promesa. Su abuelo Manuel Ferrero, ‘Manolito’, tenía viñas en Ferreruela de Tábara. Y dicen que sus vinos ya destacaban en Aliste y en Tábara. Su tío Antonio Ferrero formó parte del inicio de la ‘revolución del vino’ en Aliste bajo nombre de la Sierra de la Culebra a mediados de los 2000. Él se llama Adrián Martínez Ferrero y a sus 23 años toma las riendas en este mes de la bodega familiar. Tarde o temprano tendría que tomar esa decisión. Sabe que es el mejor momento del vino zamorano de la Sierra de la Culebra y que, junto a un grupo de bodegas y en un heroico esfuerzo, han recuperado la viticultura y la elaboración de vinos de calidad que ya se codean en las mesas de cata con el resto de los vinos de Zamora. En principio, formando parte de la asociación de la Sierra de la Culebra, nombre de este colectivo alistano. Adrián cuenta con el consejo de su tío Antonio Ferrero, quien en 2008 apostó fuerte por el vino y por su pueblo junto a Pablo Villalón y a José Palacios. Pero ahora y desde esta añada la bodega es propiedad de los Ferrero. Lo cierto es que llevan años elaborando y comercializando vinos. El nombre de Ramayal atiende a una zona de viñas del pueblo y llega a la etiqueta de algunos de sus vinos. También, otra etiqueta, la de Soto del Torreón es un pago histórico. La bodega cuenta con la materia prima de las uvas procedentes de sus cinco hectáreas repartidas por el término, a las que se suman partidas adquiridas a vecinos del pueblo. 

En un alto porcentaje son de la variedad mencía, una casta muy extendida por Aliste y que aún permanece en los vasos viejos. Las producciones apenas sobrepasan los 12.000 kilos de uva, que se traducen cada año en unas 15.000 botellas. La bodega, además de sus viñas Ferreruela de Tábara, cuenta con las de otros de viticultores cuyos majuelos se encuentran por las zonas de Vegalatrave de Alba y Puercas de Aliste. Además de uvas de la variedad mencía, Ramayal elabora con uvas blancas de palomino, verdejo y godello. «La godello siempre se dio aquí», dice Antonio. Al mismo tiempo, en los últimos años han plantado viñas con la variedad syrah tinta. 

Una bodega de clarísimo corte familiar, de cortas producciones y elabora vinos de fuerte carácter y personalidad que aportan los suelos y el clima alistano. Los enólogos han sido claves desde el inicio. Aquella ayuda del enólogo de Venialbo Ramón Ramos fue muy importante en las primeras fermentaciones. Otro enólogo que falleció tristemente. José Luis Ruiz dejó su firma en los vinos Zaare, de los que la bodega piensa dejar una partida en el mercado en su honor. Hoy toda la gama de vinos de Ramayal tienen la firma del enólogo gallego Juan José Maqueira Cacabelos, muy ligado a Rías Baixas y que está definiendo los jóvenes y los crianzas y diseñando vinos en distintos envases para fermentación y crianza. Llaman la atención los precios medios de estos vinos por su más que razonable calidad/precio teniendo en cuenta su singular envoltorio geográfico. Los blancos jóvenes ‘La perla de Ramayal’ no pasan de7/8 euros, igual que el rosado joven “Viña Chiqueros” y el tinto joven Ramayal. Las partidas de envejecimiento en roble, crianza o elaboraciones especiales no pasan de 20 euros, entre ellos el Zaare y el Soto del Torreón. Los vinos de Aliste van en serio. Y esta bodega es otro ejemplo más. 

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