Diario de Valladolid

Fe con fecha de caducidad en el UEMC Real Valladolid Baloncesto

El equipo de Iñaki Martín hace otra vez lo más difícil como es engancharse al partido tras ir perdiendo por 17 puntos pero deja escapar una ocasión de oro para ganar a un Estudiantes sobrado,  desquiciado y acelerado (87-76)

Mike Torres conduce el balón en el Magariños ante el Estudiantes.

Mike Torres conduce el balón en el Magariños ante el Estudiantes.LOF

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Creer posible algo es hacerlo cierto. Y el UEMC Real Valladolid Baloncesto tuvo la posibilidad de poner una pica en el histórico y vetusto pabellón Magariños. Pero no fue capaz de rematar cuando había hecho lo más difícil, que era engancharse al partido después de estar abajo 17 puntos a poco de llegarse al descanso (49-36).

A buen seguro Iñaki tardará en conciliar el sueño tras una nueva derrota, hasta lógica antes de comenzar el encuentro y del todo ilógica tal y como se desarrollaron los últimos minutos, con todo el viento a favor pero incomprensiblemente errático y precipitado. ¿Dónde se quedó la fe que le llevó a engancharse al partido y remontar? Porque se puso a cuatro puntos varias veces en el último cuarto sin ser capaz de rematar, de dar la puntilla a un rival desbocado, acelerado y posiblemente que se vio sobrado en el arranque del partido en una pista que no es la suya. Ni siquiera la descalificación de Jayson Granger, su líder, por dos técnicas despejó el camino al equipo de Iñaki Martín. Porque cuando no fue una falta de ataque, fue un error en un tiro liberado, un pérdida o botarse el balón en el pie.

Liderado por Mike Torres, ya muy cerca de su mejor versión, el UEMC Real Valladolid fue capaz de poner al apuro al Estudiantes cuando nadie lo pensaba. Igual que en el partido anterior ante el Betis. Llega, compite pero no es capaz de rematar. Muy posiblemente porque no se acuerde de hacerlo en una dinámica perdedora y peligrosa como en la que se encuentra.

El Estudiantes, jugando al ritmo que quiso Granger, fue un avión. Sus nueve asistencias (sí, 9) en el primer cuarto hicieron pensar a la contada afición estudiantil que iba a ser una plácida tarde. La defensa del pick and roll volvió a hacer de las suyas en un Real Valladolid frágil en el que solo el faro de Torres alumbraba, y de forma ocasional. El conjunto madrileño, también con apagones que explican la derrota encajada ante un equipo de la zona media como Oviedo, se plantó al descanso con 13 puntos de renta pero mandando por 39 en valoración. Demasiado fácil.

La puesta en escena del Real Valladolid tras el descanso cambió el panorama para apretar el partido minuto a minuto, primero hasta los 5 puntos a falta del último acto (66-61) y después a cuatro a 7 (68-64) y 3 minutos (77-73) para el final. El triunfo era imposible. Pero la fe se fue, de repente, sin previo aviso siendo víctima de la precipitación ante un Estudiantes que respiró aprovechando los regalos.

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