Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

El Pucela, un polvorón

La versión más blanda e inofensiva de los blanquivioleta se deshace ante un Racing de Ferrol que le arrebata la segunda plaza y le manda a la cuarta / Caos general con Pezzolano incapaz de reaccionar a tiempo

Jon García entra en falta a Monchu.

Jon García entra en falta a Monchu.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Hay dos formas de comer un polvorón. Una es abrir el papel y darle bocados, con las consabidas migas que caen al tratarse de un producto de extrema blandura. La otra es dar unos manotazos al dulce típico navideño con el envoltorio puesto, para amalgamarlo un poco y comerlo sin perder ni un  miligramo.

Esta última opción es la que eligió el Racing de Ferrol, para comerse al Real Valladolid. No dejó ni una miga de un rival, con la particularidad de que ni se compactó con los golpes. Fue una piltrafa que vio cómo un equipo mucho más trabajado y que sabe a qué juega le arrebata la segunda plaza, la última de ascenso directo, y le relega a la cuarta. En esta semana de regalos navideños, el Real Valladolid ha ofrecido los seis puntos a sus rivales, de forma que lleva cuatro derrotas en los cinco últimos partidos.

Si esto no es un amago de crisis, Jesús no nació en Belén.

El Real Valladolid está cansado. Sin ritmo. Acusa demasiado las bajas. Puede que sea un bache o el ya comentado preludio de una crisis, pero este cuarto puesto en el ecuador de la Liga le servirá para evitar falsos triunfalismos en el vestuario a técnicos y jugadores y en las oficinas a dirigentes que creen que con cuatro duros se puede montar una plantilla competitiva. Si está trabajada como la ferrolana, es posible. Con Pezzolano por el medio, aclamado de nuevo mayoritariamente tras el partido, pidiendo su dimisión, no.  

El partido fue un quiero y no puedo para los locales. El juego del Racing no engaña desde el inicio de Liga, pero el Real Valladolid jamás supo jugarle. Cada pérdida en la salida de balón puede ser letal con ello y lo fue con un taconazo de adorno de Montiel. El balón llegó a Héber, que pasó al extremo a Losada. Su centro fue rematado en boca de gol a la red por Giménez, con los centrales de espectadores.

Era el minuto 39 y el Pucela apenas había dado señales de vida. Con Pozo de sorpresa en el once, ni siquiera él se prodigó en el tiro exterior. Los locales querían llevar el balón hasta la portería y no podían. El VAR deshizo un piscinazo en el área de Salazar, que se dio como penalti.

El Racing coqueteó con el segundo gol antes del descanso pero ni siquiera eso llevó a Pezzolano a introducir cambios al comienzo de la segunda parte. Hay que hacerlos pasada la hora de juego para jugar el final a toda prisa. Hubo ocasiones para Escudero y Torres, pero el Pucela ya estaba deshecho. Como un polvorón. Hasta el siguiente paso sólo hay que cambiar una letra para convertirse en polvorín. 

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