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El Real Valladolid tira otra Copa a la basura

Un Pucela superior en la primera parte choca con la inoperancia en ambas áreas y se retira al descanso con 2-0 en contra / Los castellanos salen sin ganas a la segunda, hasta que se revolucionan al final con el gol de Salazar

Lozano, centrocampista del Espanyol, celebra el primer gol de Jofre mientras el portero blanquivioleta John está de rodilla en el césped y su compañero Malsa habla con alguien. ARABA PRESS

Lozano, centrocampista del Espanyol, celebra el primer gol de Jofre mientras el portero blanquivioleta John está de rodilla en el césped y su compañero Malsa habla con alguien. ARABA PRESS

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Si esto no es tirar la Copa, se trata de lo más parecido a un piscinazo. El Real Valladolid cayó en el torneo más antiguo de España, al que se empeña en despreciar en los últimos tiempos. Lo hizo porque el Espanyol es superior en cantidad y calidad de suplentes, y porque Pezzolano cerró el grifo de la esperanza en el descanso, tras el 2-0. No hubo ganas de más. La prueba fue el 2-1. El Pucela se encontró con el gol de Salazar tras rebotar el balón en un defensa en el minuto 82 y entonces jugó como si fuese la final por el ascenso, tras la siesta de más de media hora de un equipo que salió con ganas de irse tras 45 minutos ya a la cama. 

El uruguayo puso tras el descanso a todos, él el primero, en modo Liga, que es lo que le exigen. Subir. No le han  pedido que llegue a cuartos contra el Valencia ni a semis contra el Atlético, por lo que cumplió con esta ley de mínimos. Incluso se regaló un hálito de esperanza en esos 14 minutos con el 2-1,  para justificar el viaje. Un marrón menos. Misión cumplida. Ahora, eso sí, directos a Primera, no como el Espanyol.

La diferencia de calidad y cantidad de suplentes se vio desde el principio. El Pucela casi calcó lo hecho en Liga dos meses antes en el mismo escenario. Dominio insistente, control del juego... pero mansedumbre en ambas áreas. El coste de marcar gol era inversamente proporcional al de recibirlo.

Pezzolano formó con John en la meta; Rosa, Quintana, Henrique y Escudero en defensa; Malsa y De la Hoz en el eje de la medular; Meseguer y Tunde en los extremos; con Montiel de mediapunta y Cédric de delantero.

El Pucela entró bravío al encuentro y se hizo con el mando. Un disparo fuera de Montiel a los 46 segundos sirvió para avisar. Al Espanyol de que había rival y a Pezzolano de que había jugador. Cédric no llegó poco después por centímetros a un centro de Tunde, y Henrique tuvo en el minuto 12 la ocasión del partido. Cabeceó solo ante Joan una falta botada por Montiel. Solo quiere decir solo. O sea, como la meseta castellana. El brasileño, con la portería entera a su disposición, cabeceó flojo cerca de Joan. Tan flojo, que preció una cesión.

El Espanyol, que no estaba para chorradas sino para reivindicar sus jugadores la capacidad de ser titulares, no perdonó. Un error concatenado de De la Hoz y Malsa permitió que  Baldé se internase y pasase a Jofre. Quintana, en vez de encimarlo, lo aguantó a distancia. No para sacarle una foto sino para ver cómo el perico, con todo a favor, enviaba el cuero pegado al poste, pero por la zona de la red.

El tanto atontolinó al Real Valladolid, que ya no fue tan directo ni imaginativo. Jofre puso la losa con el 2-0 tras un error de Escudero que permitió el centro de Salvi y la dejación en funciones de los centrales, para que el atacante marcase a bote pronto. Cédric tuvo luego el 2-1 al robar un balón, pero su tiro cruzado se marchó desviado.

No se sabe qué dijo Pezzolano en el descanso, pero al Pucela se le puso cara de Amorebieta, próximo rival. El primer cambio, ya previsto, fue el de Torres por Escudero. Un defensa. Con 2-0 en contra y necesidad de remontar. Un defensa.

Nadie jugaba a nada. Luego salieron Salazar. Y Moro e Iván. Tunde hizo un gran sprint para ponérsela a Salazar, que marcó su primer gol.

En ese minuto 82 nació otro partido. El Real Valladolid cambió el protector bucal por los colmillos de gran felino y buscó la igualada hasta el último minuto, en que John subió a rematar un córner. El balón  fue para el Espanyol, que inició una contra. Tras un ratico, Puado tiró a puerta solo. Gol. ¿Dónde estaba John? Bajando todavía, a la velocidad de Usain Bolt. En concreto, a la del jamaicano si le colocan una pesa de 20 kilos atada a cada pie.

Pero siempre puede ser peor. Kenedy, en el banquillo, fue expulsado al final por protestar. Resulta que se protege a un jugador para que actúe en la Liga y se corre el riesgo de perderlo. Y eso, con el séquito de ayudantes de Pezzolano, superior al de Biden. La Copa ha muerto. Viva la Liga. Lo de siempre.

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