Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

El Pucela se deshincha

Una excelente primera parte ante el líder con gol de Sylla revisado por el VAR da paso a una segunda en la que el equipo blanquivioleta perdió mucho gas / Sergio empató con un gol en el que Masip pudo hacer más

Juric se lleva las manos a la cabeza.

Juric se lleva las manos a la cabeza.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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La adolescencia es un periodo difícil en la vida, en la que personalidad dista de estar asentada. El individuo que pasa por esta etapa de la personalidad, tan pronto habla y actúa al modo de un adulto reflexivo y consecuente, que realiza actos incoherentes e irracionales propios de un crío de cinco años. Es muy difícil tratar con un  adolescente. Nunca sabes qué versión te vas a encontrar cada vez que dialogues con él. Ni es un adulto, ni es un niño.

El Real Valladolid parece atravesar las últimas etapas de su adolescencia, pero aún le salen ramalazos del infante alocado que fue. Los de Pezzolano ejecutaron una primera parte casi primorosa ante el líder Leganés, al que acogotó. No es que el conjunto madrileño esperase atrás, como suele hacer. Lo encerró y casi echó la llave al Pisuerga.

El Pucela ejecutó los que probablemente fueron sus 45 minutos más completos de la Liga, con un  fútbol serio. Muy serio. De adulto formado y cabal. Un despliegue táctico en 4-4-2 con Henrique ocupando el puesto de Torres, Kenedy por detrás de Sylla y Moro con Iván en los extremos. El resto, los de siempre.

La versión albivioleta de esta primera parte fue la que se espera en la temporada. Un fútbol elaborado pero vertical, posesiones sin dar apenas margen de robo al rival y recuperación rápidas de balón. El Leganés lo intentaba pero no podía. Aun así dio muestras de calidad. Por momentos el partido parecía disputado entre dos equipos de Primera, y no de los de la zona baja de la tabla.

Escudero desató las hostilidades con un obús desde fuera del área repelido por Conde. Miramón llevo después el único susto visitante de esta primera mitad, con un disparo raso y cruzado que se perdió muy cerca del palo de Masip. 

Poco después llegó el gol. Con slow motion, como es propio del VAR. Un envío lejano de Escudero fue controlado por Sylla, que se fue de los centrales y anotó en el mano a mano ante Conde. El línea señaló fuera de juego y Soto Grado le hizo caso. El videoarbitraje corrigió el error después de tres minutos. Primero se vio si Monchu había tocado entre medias el balón. Después se tiraron líneas cuando salió de la bota de Escudero. Por poco, pero fue gol legal.

El tanto no amainó el ansia ofensiva pucelana. Los locales continuaron percutiendo y Kenedy casi marca en una media vuelta en la que burló a dos marcadores. Tiró fuerte y seco, pero no atinó con la puerta.

Al vestuario se fue un hombre y del mismo salió un niño. Fuese por exceso de confianza, por afán especulativo o por caraja pura y dura, el Real Valladolid afrontó la segunda mitad a medio gas. Enseguida se vi cómo un Leganés más enchufado se hacía con  el timón del encuentro. 

No fue sólo que los madrileños subiesen las revoluciones,  para que se diese el escenario de inmadurez posterior fue también imprescindible el ralentí pucelano. Lo que era anticipación se tornó en tardanza. La solidez defensiva se volvió porosa. Y llegó el empate.

Un córner botado por Raba fue esperado dentro del área por un batiburrillo de jugadores que más parecían una melé de rugby. Excepto uno, al que fue el balón. Sergio, absolutamente desmarcado y con Moro observando la acción desde atrás, cabeceó a portería. El testarazo no iba muy fuerte, ni muy angulado, pero el cuero dobló la mano de Masip y entró. El portero pudo hacer bastante más para evitar el tanto y el eterno debate se reabre.

El Pucela intentó volver a ser el adulto que fue en los minutos finales, pero sin éxito. Escudero se quedó cerca de marcar, como Miguel. El empate final fue justo para un equipo que debe madurar.

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