Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Sigue la remontada del Real Valladolid

Los blanquivioleta encadenan su cuarto triunfo consecutivo con un partido trabado ante el Eldense, al que ganaron por eficacia / Sylla se estrena como goleador y Moro se lesiona

Jugadores blanquivioleta celebran el gol.

Jugadores blanquivioleta celebran el gol.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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El Real Valladolid suma su cuarta victoria consecutiva y ya mira la clasificación  de Segunda desde la zona noble. A falta de completarse la jornada, el Pucela es sexto a dos puntos de los colíderes Leganés y Tenerife, los madrileños sin contar el partido de ayer. El equipo blanquivioleta que parecía despeñarse tras las cuatro primeras jornadas ha dado un derrape con giro de 180 grados y se aleja a gran velocidad del precipicio para escalar hacia la cúspide. Con 12 puntos de 12 se sube mejor la montaña.

El encuentro ante el Eldense dejó dos Valladolid diferentes, casi opuestos, con el descanso como perfecta línea divisoria. Bien harían Pezzolano y sus jugadores en sacar  consecuencias positivas del caos táctico de la segunda mitad, porque no siempre habrá un Eldense enfrente. El triunfo fue justo y se labró a base de oficio y lucha, pero un equipo de la magnitud que debe tomar el Real Valladolid no puede pasar de ser muro a autopista, sin más argumento que las acometidas de un rival con más empuje que calidad.

Por ahora la suerte, esa virtud que Napoleón  valoraba en sus generales tanto como sus conocimientos militares, está cayendo del lado blanquivioleta, con dos goles al filo del tiempo de juego y uno anulado ayer al Eldense por una mano difícil de ver en primera instancia. El Pucela está creciendo, pero le falta constancia. El cansancio puede ser justificación más que excusa, pero hay equipos que juegan dos partidos de élite nacional y europea todas las semanas y ningún futbolista se desmaya.

Aun así, hay que valorar que en campos donde otras temporadas el Pucela salía de paseo o a ver si sonaba la flauta, ayer diese la cara hasta el final. El partido no fue bueno, nadie  lo recordará en dos semanas. Pero es en estos campos y no en una victoria aislada en casa de Espanyol o Zaragoza donde de fraguan los ascensos. Y eso es mérito pucelano, pese a que el equipo se desmadejase con los cambios. Hay que saber ganar también sin brillantez.

El encuentro comenzó tras la sorpresa de la baja de Marcos André, que no viajó por problemas físicos. Sylla ocupó su puesto. Rosa, Henrique y Meseguer fueron las otras novedades, por Escudero, Torres y Kenedy. Pezzolano plantó una especie de 4-1-4-1 que se convertía en 4-3-3 cuando Juric se unía a Monchu y Meseguer. 

El Pucela comenzó mandón y rascaba en los balones divididos. Buena señal. Apenas hubo jugadas de peligro en ambas porterías la primera mitad pero el Real Valladolid sacó petróleo de sus escasas llegadas. En una de las pocas ocasiones en que el Eldense se colocó en bloque medio, Monchu filtró un excelente pase a Sylla, que se plantó en carrera ante Zubiaurre. El senegalés pegó mordido al balón pero lo anguló bien, de forma que entró cruzado cerca del palo.

 

Esto y un tiro anterior alto de Iván Sánchez fue todo el peligro creado por ambos equipos en esta mitad, ern la que Moro se retiró lesionado, con una posible rotura de fibras.

Tras el descanso el Pucela comenzó a desfondarse como un balón de piscina que va perdiendo aire por un agujerito. Los alicantinos ponían más voluntad que acierto, pero iban ganando metros, como en rugby, hasta embotellar a un Pucela que comenzó demasiado pronto a jugar la heroica.

Juanto Ortuño marcó en el minuto 58 tras un centro a la olla. John salió cayéndose, componiendo una figura estrambótica, y el cuero entró. Pero lo que parecía un remate de cabeza fue con el brazo, y desde el VAR se desfizo en entuerto.

La anulación no dio alas al Real Valladolid, sino que lo puso más nervioso. El cansancio y el escaso acierto en los cambios llevaron a bordear el caos a un equipo que no sabía dónde y cómo colocarse y al que le quemaba el balón en las contras generadas por el dominio cada vez más dictatorial del Eldense. Las limitaciones de los locales les llevaron a efectuar sólo dos tiros con peligro, un centro-chut de Mateu que sacó John como portero de balonmano, y un cabezazo alto de Dumic.

El Pucela se parapetó en el último cuarto, con nueve minutos de añadido, en una especie de 5-4-1 en el que sólo se trataba de achicar balones. Boyomo sujetó al equipo atrás, con colaboración aérea de Henrique, pero Juric, capital, acabó doblado en dos por agotamiento y casi cojo, pero no había cambios. Arriba, Kenedy trabajó sin acierto y Tunde perdió todo lo que le llegaba. El equipo estaba deslavazado.

Pero se ganó. Mejor crecer desde las victorias, siempre que se sea capaz de estudiar los partidos y aprender de los errores. La euforia sin sentido mata como la derrota.

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