Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

El Pucela se come al Burgos

Los de Pezzolano sellan el derbi con una goleada y buen juego en su mejor partido de la temporada / Marcos André, Monchu, de gol olímpico, y Meseguer, autores de los tantos / Los blanquivioleta se encaraman al sexto puesto

Los jugadores del Real Valladolid celebran el 3-0. / LALIGA

Los jugadores del Real Valladolid celebran el 3-0. / LALIGA

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Arturo Alvarado
Valladolid

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El Real Valladolid por fin descorchó el tapón atascado y con gran estruendo el fútbol acabó chorreando por el césped de Zorrilla. Los de Pezzolano firmaron su mejor partido de la temporada con una oportuna goleada al Burgos, en un derbi regional con más calentura que historia pero que esponja al que lo gana.

Los blanquivioleta vencieron con  un 3-0 que no admite discusiones y que incluso de quedó corto, aunque el Burgos tuvo sus opciones. Lo mejor del encuentro no fue la victoria con goleada, ni  la tercera portería propia consecutiva a cero. Tampoco el acceso momentáneo al sexto puesto, en zona de promoción. Fue que el Pucela ya gusta y se gusta. 

Pezzolano ha dotado por fin a sus jugadores de un libro de estilo y comienzan a  estar felices en el campo. Es la única forma de llegar a los objetivos y transmitir algo a una grada deseosa de que la lleguen monedas desde el césped para devolver billetes.

El míster uruguayo diseñó esta vez un 4-2-3-1 convertible a 4-4-2  según la posición de Kenedy, con cinco zagueros en repliegue en caso de necesidad, al retrasarse Juric. Jugaron de inicio Moro y Marcos André. Y como con los buenos se juega mejor, aunque  no todos estén para el sobresaliente, el marcador se abrió un gol tempranero del brasileño en el minuto 6, aprovechando un excelente servicio en profundidad de Kenedy. Marcos André hizo una vaselina en la que Caro sólo llegó a tocar el balón, que entró manso. Con los buenos desde el inicio no hace falta esperar a los últimos minutos para marcar.

Espiau pudo empatar de cabeza, en el error más grosero de la zaga local. Mandó el cuero fuera. El Pucela gozó de pocas oportunidades pero claras. Iván Sánchez envió una banana a la escuadra que pegó en un defensa, evitando el gol. Poco después, en el minuto 41, Monchu marcó de gol olímpico, casi por la escuadra y con fuerza. El Pucela era pura eficacia.

La segunda parte fue la de la felicidad para un Real Valladolid que funcionaba casi como un reloj. Al principio padeció unas desconexiones que casi le cuestan un gol. En especial una jugada con tres ocasiones consecutivas burgalesistas en boca de gol, con Espiau mandando el balón al palo cuando lo más fácil era marcar.

Los fallos lastraron anímicamente al Burgos, que cedió terreno ante un Pucela que comenzó a dominar todos los resortes del juego gracias a un centro de gravedad permanente que no se llama Battiato, sino Juric, y a mover el balón de un lado a otro con frescura y dinamismo. No era Brasil del 70, pero hacía meses que no se veía. Los cambios aportaron más mordiente.

Dos de ellos fabricaron el último tanto. Una apertura de Monchu a Rosa en el minuto 68 propició el centro del brasileño al área pequeña para que Meseguer marcase en boca de gol.

Con 3-0, Kenedy y Monchu, éste con un tiro al larguero, pudieron ampliar la ventaja. El árbitro se comió una penalti a Iván Sánchez en el que miró más el marcador que las piernas del defensa, y el partido acabó con los aplausos a un Kenedy que se vació y estuvo en casi todas. El 3-0 abre la puerta a la esperanza. Por la victoria, por el resultado pero, sobre todo, por el juego y el orden táctico.

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