Diario de Valladolid

REAL VALLADOLID / ANÁLISIS

2023, el año del divorcio entre Ronaldo y la afición del Real Valladolid

Ronaldo ha roto con la afición tras criticarla después del descenso y ser incapaz de ilusionarla en un mes de vacío comunicativo, repitiendo protagonistas del fracaso

Ronaldo Nazário y David Espinar.

Ronaldo Nazário y David Espinar.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Mañana se cumple un mes del descenso del Real Valladolid. El club apenas ha dado muestras de vida desde entonces, más que para confirmar el cantado futuro de algunos jugadores y comunicar noticias de tinte menor. Puro funcionariado.

Ni un átomo de empatía, de comprensión, de consuelo para una afición que ha respondido como nunca en el campo y fuera de él, pero que se ve ninguneada ante la falta de calor emitido desde las oficinas. De nada ha servido que el Pucela sea el décimo equipo con más espectadores en Primera, que haya batido su récord de abonados y que la comunicación entre hinchada y equipo haya sido mucho mayor que en épocas pretéritas infinitamente mejores, con plantillas que se hubiesen merecido el actual apoyo mucho más que ésta.

Ya sabemos que la actual propiedad del Real Valladolid marca distancias... cuando le conviene. Considera que sacarse el abono no crea mayores derechos que el de presenciar un espectáculo, como el que compra el carné anual para La Scala o el Liceo, pero mira al corazón cuando llega la campaña de abonados o el club se halla en una encrucijada deportiva. El resumen es fácil: si necesito pasta, apelo al sentimiento. Cuando la tengo, esto una empresa. Si no le gusta lo que hago, se marcha.

El divorcio entre afición y club es enorme. Dos descensos en tres años han tocado hasta el corazón más fiel a la nueva propiedad. Pero el que ha dado el portazo y se ha ido, ha sido Ronaldo. En el colmo de la torpeza, programa una rueda de prensa el día siguiente al descenso, con toda la afición en caliente. Y en vez de entonar el mea culpa y suavizar la enorme decepción  de una pésima temporada, carga brutalmente contra afición, alcalde y prensa. ¿Su responsabilidad? No existe. En el fútbol puede pasar de todo.

Éste es el punto de partida de la campaña de abonados 23-24. La de un presidente que ha perdido definitivamente el feeling con su afición, que tenía prácticamente vendido el club en Primera y al que hasta sus más devotos palmeros empiezan a calar. El presidente es un niño grande al que siempre han dicho que era un genio. Y es cierto, pero jugando a fútbol. No presidiendo un club. Tampoco operando a corazón abierto ni construyendo puentes. En estas tres facetas resulta igual de eficaz. 

Tras ese rapapolvo general ha venido un mes de silencio. La nada se ha apropiado de club. Por supuesto que se sigue trabajando, pero sin exteriorizar la más mínima empatía. Como si el Real Valladolid, contra natura, se hallase en estado de hibernación.

De Ronaldo no podemos esperarla. Odia que le critiquen y cada vez le gusta menos venir a Valladolid. También influye que se ha encontrado con problemas económicos inesperados en el Cruzeiro y debe hacerlos frente. En cuanto a sus lugartenientes, David Espinar es tan correcto y educado como frío y distante; y Matthieu Fenaert es perfectamente visible en el éxito pero muy escurridizo en el fracaso. 

Conclusión: nadie en el Real Valladolid posee la dosis suficiente de comprensión y calor humano para enviar un mensaje de aliento a una afición herida y desesperanzada. Ni siquiera desde Madrid, donde Julio Senn, mucho más que el abogado del club, mueve las piezas, pero siempre desde la sombra.

El día 10 llega la campaña de abonados. A ver cómo se convence  a la masa social de que se puede ascender y de que, si se consigue, no supone un nuevo preludio hacia Segunda porque hay el dinero justo. Ni se amplía el capital ni se reinvierten los beneficios que se recogen? ¿Adónde van?  ¿Qué ilusión se transmite al seguidor?

Afortunadamente, habrá muchos abonados que pongan por delante el club, su historia y lo que supone para ellos en un pedacito de su alma, para abonarse. Otros más fríos no lo harán tras bajar a Segunda. Pero los que dudan están por ahora perdidos, y no es la mejor forma de ilusionarlos exhibir al presidente de los dos descensos y al director deportivo y al entrenador del descenso más reciente, con la media plantilla de más calidad fuera del equipo.

Al Real Valladolid le urge un cambio. O su actual propiedad comienza a manejar corazón y cartera, o debe dar un paso al costado, como estaba dispuesta a hacer vendiendo el club, si el equipo se quedaba en Primera. Nunca es tarde para hacerlo y en los despachos de Madrid saben que es todavía una opción, aún en Segunda. El club es suyo, pero la gran dueña de Pucela siempre será su afición.

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