Diario de Valladolid

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Masip da un punto de vida al Real Valladolid

El portero salva al Pucela en la primera parte y el empate le pone en bandeja la salvación en casa ante el Getafe / Mal partido de los de Pezzolano, muy nerviosos e imprecisos

Almería-Real Valladolid.

Almería-Real Valladolid.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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La permanencia se decidirá en Zorrilla ante el Getafe. El Real Valladolid disputará frente a los madrileños un partido que será como una final de Copa, de Champions o de Mundial. Póngale usted el epíteto que prefiera, pero sabiendo que, en ese partido, el Pucela se juega la vida. Es decir, la salvación.

Y la vida le llegará con la victoria. Ganando será de Primera, pase lo que pase en el resto de campos con implicados por la permanencia. Empatando, debería hacer cuentas, siempre contemplando la derrota de Almería en la ecuación. Perdiendo, el Pucela es de Segunda, ya que tras esta anteúltima jornada continúa ocupando puesto de descenso. Todos sus antecesores y hasta el Espanyol, que iba por detrás y ya está descendido, puntuaron. Todos, excepto un Celta caído en barrena cuya permanencia dependerá de cómo aterrice el Barcelona en Balaídos. Si lo hace con espada o guante de seda.

Ya puede el Real Valladolid repetir la imagen propiciada contra ese Barça si quiere salvarse, pues en Almería decepcionó. Se esperaba un Pucela llevado por la inercia del tsunami que desató contra los azulgrana pero no hizo ni ondas sobre las aguas de Almería. A estas alturas es cierto que los equipos compiten agarrotados y con miedo, y que sólo se sueltan cuando tienen necesidad. Pero el Real Valladolid fue tan flojo y especuló tanto con el empate, que casi pierde. Por ocasiones lo mereció, pues los andaluces llegaron más y mejor. 

La verdad es que harta un poco que el Pucela no hay encontrado en toda la temporada una línea argumental firme. Cuando parece sólido, se deshace. Y cuando se ve que se cuela por el sumidero, encuentra la fuerza necesaria para reconstituirse. Esta ruleta rusa en que se ha transformado el conjunto blanquivioleta necesita aportar la versión creíble ante el Getafe para salir de pozo. 

Y al final, qué demonios, hasta el mismo Pezzolano dijo que vería bien jugarse la permanencia en casa en el último partido. Pues ahí la tiene, y use su baza mejor que la de Almería, donde lo mejor fue el resultado. 

El encuentro encumbró a Masip, máximo muñidor del punto capturado. El míster blanquivioleta pergeño la misma formación 4-2-3-1 y el mismo once vistos ante el Barcelona, con la única variación de Hongla por Joaquín. Pero el parecido fue el de un huevo con una castaña. 

El medio campo no funcionó. Mesa, imperial ante el Barça, estuvo superado en defensa y ataque. Aguado fue a tirones. Los extremos apenas entraban en juego, como Plano. Y Larin lo intentó todo, pero a menudo en fuera de juego. La defensa cumplía y Masip era el salvador. Lo peor fue la impresión de equipo largo, deslavazado, con desiertos entre líneas. Se había borrado todo lo que parecía aprendido.

La primera parte fue mortificante por el asedio almeriense. Basta que Pezzolano avisase de la capacidad de transiciones rápidas de los andaluces, para comerse un contra tras otra.

Tras dos tiros altos de Plano y Embarba, llegó la gran ocasión de la primera parte: Sousa se encontró en un mano a mano con Masip. El fuerte tiro del brasileño se topó con un brazo sacado al más puro estilo del balonmano, para despejar. El portero anuló un testarazo de Centelles y Pozo tiró alto por poco, tras una larga jugada en el área pucelana. Al final de este periodo el Almería había disparado cuatro veces entre palos. El Real Valladolid, ninguna.

La segunda mitad comenzó con un chut lejano de Centelles que obligó a empeñarse a Masip. Pero poco  a poco el Pucela se fue estirando para cambiar el guión. Machis y Larin pusieron por fin a prueba a Fernando, quien debió emplearse con acierto, sobre todo con el sesgado tiro del canadiense.

Y cuando parecía que el partido cambiaba de dominador, llegó el gran susto. Lázaro Vinícius envió el cuero al palo en una contra de libro. El partido entró después en una fase de toma y daca con muy poca contribución de los cambios. En el caso de Kenedy, ninguna. 

Con el juego más abierto de lo que deseaban ambos equipos,  por el cansancio general, Costa cabeceó cerca de larguero y Kenedy empalmó alto, cuando tenía tiempo para parar y dirigir el balón. Dos tiros cercanos a puerta de El Bilal y Ramazani fueron el epílogo del Almería, que se fue pertrechando para defender el punto. Lo hizo con más ahínco cuando se enteró del descenso del Espanyol, su último rival, que ya no se juega nada en el envite.

El Real Valladolid hace mucho que ganó la Copa de la Liga y que jugó una final de Copa del Rey. Pero aquí tiene otra en la que depende de sí mismo. Y mucho más importante. 

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