Diario de Valladolid

BALONMANO

Recoletas: media hora y a dormir

El Atlético Valladolid ‘dimite’ en la segunda parte del derbi frente al Ademar tras acabar con empate a 18 la primera / Llegó a ir perdiendo por diez goles / Los de Pisonero sellan su permanencia matemática pese a la derrota

David Fernández.

David Fernández.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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El Recoletas Atlético Valladolid ha logrado tras la jornada de ayer una permanencia meritoria que debe ser aplaudida, sobre todo por las numerosas bajas de jugadores importantes que han dificultado su camino. Las tres victorias seguidas con las que selló su permanencia, entreveradas con una excelente Copa del Rey, son dignas de reconocimiento.

Ahora bien, hay que explicarles a estos jugadores lo que es un derbi.

Un derbi no es un partido más, si se quiere subrayar esa extraordinaria condición a un partido. Un derbi se juega con la cabeza y el corazón, como se juegan el balonmano y todos los deportes, pero también se juega con las entrañas. Con deportividad y limpieza, pero con el alma. Como si fuese una puñetera final.

Si se le llama derbi, se entiende que es algo más que un simple encuentro con dos puntos en juego. El día que explicaron en clase el derbi, los jugadores no debieron ir  o se lo contaron mal. Quizá por  eso el Atlético nunca ha ganado al Ademar. Y no sólo se explica por presupuestos.

La cuestión es que el Atlético compitió en una primera parte en la que el marcador hizo la goma. Las rachas entre ambos equipos se sucedían después de un comienzo igualado y con una característica común: tiraban más los primeras líneas que los segundas... pero desde 6 metros. Las defensas estaban relajadas, aunque parecían la del Kiel de la década de los 10, comparada con la pucelana de la segunda parte.

Tras un intercambio de goles, el Recoletas se fue 10-12. Un parcial de 5-0 le puso tres abajo, enjugados por los de Pisonero tras otro parcial de 3-6, gracias a una eficaz y anticipativa defensa 5:1. El 18-18 del descanso, con porterías no muy acertadas, dejó evidente el buen juego de Álvaro Martínez desde el pivote y Dimitrievski en el lateral. Por parte leonesa brillaron Milosavljevic y los extremos. En especial un Antonio Martínez que es un compendio de balonmano en sí mismo. Domina todas las suertes del juego y cuenta con un repertorio de tiro enciclopédico, por cantidad y calidad técnica. 

A sus 20 años y con su 1,80, el leonés demuestra que el futuro de este deporte pasa por algo más que armarios roperos. No en vano es el máximo goleador de la Liga, con 181 tantos. Ayer recetó 15 en 16 tiros al Recoletas. El Oporto ya le espera.

El Recoletas accedió a la segunda parte en cuerpo pero no en espíritu.  Pisonero agotó los dos tiempos muertos de esta mitad sin resultado positivo. Un parcial de entrada de 6-1 puso el partido 24-19, diferencia ya inabordable para los vallisoletanos, que transformaron su defensa en la del antiguo Este-Oeste de la NBA.

Todos los locales tiraban desde cualquier sitio con éxito y encima Saeid resurgió para abortar muchos tiros pucelanos. Ademar se fue hasta por diez goles 33-23 (min. 48) y un arreón final con Freitas de protagonista maquilló el resultado.

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