Diario de Valladolid

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Real Valladolid: Llorando bajo la lluvia

Desastroso partido de un equipo blanquivioleta borrado por un Athletic que calcó el patrón del encuentro de San Mamés / Fracaso general y amago de remontada rota por un penalti innecesario de Joaquín

Gol del Athletic.

Gol del Athletic.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Lo peor cuando el Real Valladolid encaja el primer gol de partido no es comenzar perdiendo, sino poseer la certeza total, absoluta, indubitable, completa, íntegra, de que ni por designio divino ganará ese partido. Es más, ni siquiera lo empatará.

Los blanquivioleta enhebraron la cuenta de un nuevo ridículo a su rosario de decepciones de esta temporada. El Athletic llegaba a Zorrilla con un punto sumado de los últimos 12 en Liga y la derrota copera en Pamplona. Y a la séptima, resucitó, pasando el testigo como muerto a un Real Valladolid que ya fue un alma en pena en Elche y que empató por el bajo nivel de rival.

El Athletic, sin nada especial, sin un fútbol del otro mundo, le vacunó con la misma  eficacia que lo hizo en San Mamés. Porque el partido fue casi un calco y evidenció lo poco (por no decir nada) que aprendieron el entrenador y/o la plantilla.

El modus operandi vizcaíno fue el mismo de Bilbao: pared entre el extremo y uno de los habitantes del pasillo interior, para poner un balón al centro y que un atacante de segunda oleada remate a puerta.

A la primera, en Bilbao, lo deberían haber cogido. Lo repitieron hasta la saciedad, pero se esperaba que en Zorrilla espabilasen. Hicieron una. Y dos. Y tres. Y cien mil. La incapacidad del equipo de comprender y controlar una acción repetida hasta la náusea fue paralela a la del entrenador en encontrar mecanismos para atajarla.  Porque del ataque y la táctica vista ayer, que fue la de la ocurrencia individual, mejor no hablar.

Pacheta sorprendió en la rueda de prensa previa al choque hablando de que su plantilla no es mejor que la del Elche. Cuando te fijas en que tu pareja tiene los pies demasiado grandes o ronca mucho, igual es que algo falla en la relación.

Claro que también dijo el míster que el público de Zorrilla da alas, como si fuese una bebida energética. Ayer los blanquivioleta hicieron de Dédalo, no por acercarse a un sol inexistente por la hora y la lluvia, sino  por aproximase al ridículo hasta tocarlo. Bonita forma de premiar a casi 22.000 tipos que se mojaron de verdad, y no como ellos.

Los primeros minutos fueron de control pucelano, con un tiro de Kike a las manos de Agirre y otro que se le fue alto. A partir del cuarto de hora comenzó la samba. Con chistu y tamboril, pero samba. Los hermanos Williams encontraron por sus bandas una autopista mayor que la que les llevó a Pucela. Nico superaba a Fresneda e Iñaki clavaba a escudero como Correcaminos al Coyote. Sancet se movía muy bien entre líneas, con Dani y Vesga incorporándose a ataque. Guruzeta, el del doblete al Pucela en San Mamés, incordiaba y abría huecos.

La respuesta pucelana fue el borrado total de su ataque, excepto Larin. El trío Plata-Plano-Iván no existió. De hecho hay espectadores que aseguran que éste último saltó al campo, pero en voz baja.

De una desgracia llegó el 0-1. Íñigo Martínez bota una falta y el balón pega en Plano fuera de la barrera. El madrileño se gira un poco para minimizar el impacto, el cuero despista a Asenjo y entra. Mala suerte, pero si el 10 pucelano aguanta el golpe, la pelota igual no hubiese entrado. Aun así no fue culpa suya.

El gol aumentó los nervios de un Pucela que se veía superado por todos los flancos, hasta el punto de entrar en pánico y colapsarse. Ni atacaba, ni defendía. Los jugadores eran tentesiesos que veían, juntos en grupos de tres o cuatro, cómo el Athletic maniobraba cerca del área castellana. Escudero casi se mete gol en un despeje e Iñaki, tras rebote, envió el esférico cerca del poste.

Se esperaba una reacción local furibunda tras el descanso pero lo que se vio fue la versión corregida y aumentada del desastre de la primera mitad. Un centro de De Marcos se paseó por el área pequeña y Guruzeta, cómo no, remató en el segundo palo, adelantándose a Joaquín.

Con el 0-2 Pacheta por fin reacciono e hizo cambios. Tarde y  mal. Sólo el canterano Pozo aportó frescura.  Larin disminuyó distancias al rematar a la segunda a gol tras aprovechar la caída de Dani García, que le dejo el balón solo ante el portero.

La remontada era un sueño pero Joaquín se encargó de despertar al estadio tres minutos después al hacer penalti por una mano estúpida a centro de Nico. Una cosa es que sea imposible saltar con los brazos pegados al cuerpo y otra esperar un centro con ellos bailando. Su torpeza absoluta fue aprovechada por Vesga para marcar desde los once metros. 

El Pucela ya quedó muerto física y anímicamente. Vesga chutó al palo en la citada reedición cien mil del pase desde la banda y el partido murió con la duda instalada en una plantilla que, si compite, es porque lo dice su entrenador. Esperemos que un día no diga que Valladolid tiene mar.

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