Diario de Valladolid

BALONCESTO / LEB-ORO

Éxtasis en Pisuerga con el Real Valladolid de... baloncesto

El UEMC Real Valladolid vuelve a vestirse de héroe ante 6.500 espectadores para doblegar en el derbi al líder Zunder Palencia con remontada en un último cuarto apoteósico / Debut de N'Guessan, que acaba lesionado / Recuperación milagrosa del lesionado Allen / Pantzar, el de siempre, MVP del UEMC / Kovacevic, letal

Pantzar conduce el balón en dribling en plena carrera con Kasibabu. PHOTOGENIC

Pantzar conduce el balón en dribling en plena carrera con Kasibabu. PHOTOGENIC

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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Se dice que sólo el latido al unísono del sexo y del corazón puede crear el éxtasis. Error. Porque el éxtasis también se puede ver en un campo de baloncesto, como ayer en un pabellón Pisuerga que gozó como nunca, que se volvió loco ante la increíble remontada de un UEMC Real Valladolid que estaba siendo sometido por su vecino Palencia, el sólido líder de la LEB-Oro que se presentó en Pisuerga con una sola derrota en su casillero después 17 encuentros y once triunfos consecutivos.

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Pero el líder cayó en Valladolid como todos los equipos que han pasado este año por el templo (ayer más templo que nunca) de Pisuerga. 6.500 espectadores, 1.100 procedentes de la vecina y aguerrida Palencia, vivieron otro milagro en primera persona.

El UEMC Real Valladolid Baloncesto se sube al carro de aspirantes al ascenso. Sí, con derecho propio. Porque su forma de jugar al baloncesto, capaz de desesperar a cualquiera con esas desconexiones a veces sin fundamento, se equiparan con esos momentos de arrebato al ver todo perdido y de locura total que le catapultan hasta rozar la perfección. Todo en un abrir y cerrar de ojos. Todo después de caminar como nadie por el alambre.

Porque su último cuarto no solo le llevó a remontar, otra vez de forma increíble una semana después del milagro (no hay mejor palabra) vivido ante Cáceres,   una desventaja de hasta nueve puntos (49-58), sino que le llevó a sacar el rodillo, por fin en un ataque que estaba siendo espeso, con 30 puntos antológicos para noquear a un perplejo e impotente Palencia, que se quedó en 14 pírricos puntos.

Tal y como estaba discurriendo el partido pocos, más bien nadie, se hubieran atrevido a apostar por un triunfo vallisoletano. Entre otras cosas porque el maestro Paco García, durante muchos minutos, no fue Paco García. Apagado, complaciente,  confundido... El técnico no supo dar con la tecla, con la forma de defender a Schmidt, con la forma de defender los bloqueos directos, ni   con el cinco ideal en pista repartiendo minutos, a veces sin ton ni son, entre sus 12 jugadores al más puro Pacheta como para tener a todos contentos. Porque Allen, el que estaba lesionado, resucitó milagrosamente (con la llegada de N’Guessan) para la causa. Porque Palencia estaba siendo sujetado con total sutileza por sus aleros, Chumi Ortega y Schmidt, tremendamente lúcidos y resolutivos en defensa y en ataque, respectivamente.

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El partido, sin control, sonreía en los tres primeros cuartos  claramente y sin ninguna discusión a Palencia gracias a un imperial Schmidt que sacaba su metralleta a pasear por Pisuerga con una clase inusual aunque con  la condescendencia de la defensa vallisoletana.

El UEMC, a trompicones debía conformarse con hacer la goma a base de arreones  (del 34-43 al 42-45 y del 42-51 al 61-61 a falta de 4.40 para el final) desde su siempre activa línea de tres puntos, ayer una mina de oro en los momentos de la verdad y de máxima dificultad y atasco ofensivo y, sobre todo, en el último cuarto para remontar y rematar a un alicaído y desbordado Palencia, de la mano del valiente francotirador Kovacevic, fichado precisamente para esto, para no arrugarse, para asumir, para tirar y abrir la lata.

La árbitro María Ángeles García Crespo señala técnica a Paco García. / PHOTOGENIC

La árbitro María Ángeles García Crespo señala técnica a Paco García. / PHOTOGENIC

Durante muchos minutos, el discurrir del derbi en un entregado Pisuerga parecía que todo estaba perdido. Ni siquiera una técnica a Paco García ejercía de despertador. Palencia controlaba aunque no era capaz de meter esa sexta velocidad para matar el partido. Y eso, precisamente eso, fue lo que le hizo pegarse un tiro en el pie. Porque el toque de corneta del UEMC Real Valladolid, sorprendente, apoteósico y orgásmico en los tres minutos y medio finales le hizo dar la vuelta al marcador ante la impotencia de un acobardado y desquiciado Zunder palencia, incomprensiblemente petrificado en el momento de la verdad.

Un impresionante parcial de 14-2 del Real Valladolid le hizo pasar del inquietante 62-68 hasta el 76-70 final ante el delirio de un público que volvía a frotarse los ojos una vez más para gritar  ‘I love this game’. Sí, porque el baloncesto da un paso más para ser lo que era, lo que fue, lo que aún muchos, los llamados románticos, recuerdan.

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