Diario de Valladolid

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El optimista Pacheta y su botella siempre, siempre... medio llena

El técnico burgalés llegó al Real Valladolid con la encomienda de lograr el ascenso y conectar con una afición dolida por el descenso a distancia, vendiendo en todo momento, un discurso positivo incluso en los peores momentos

Pacheta besa a Weissman. / LALIGA

Pacheta besa a Weissman. / LALIGA

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G. VELASCO / D. M. ARRANZ / VALLADOLID
Valladolid

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Pacheta es sin duda no solo el gran artífice del regreso del Real Valladolid a Primera sino el padre de todos, de un grupo maravilloso al que ha sabido cuidar, mimar y proteger en todo momento. El técnico de Salas de los Infantes siempre ha ejercido de 'Capitán América' poniendo el escudo protector y viendo en todo momento la botella medio llena, incluso en los momentos de zozobra con amago de crisis de resultados, que los hubo. Pacheta es sin duda el gran líder de un equipo en el que nunca perdió la fe y en el que siempre, incluso cuando estaba a 12 puntos del ascenso, tuvo confianza en lograr el objetivo prioritario que marcó de salida su presidente Ronaldo Nazario con el soñado y perseguido ascenso directo.

«Es normal que el ascenso sea el objetivo. A eso venimos, a ascender. Esa presión no me va a pesar y lo vamos a conseguir». Esta fue la carta de presentación de José Rojo Martín ‘Pacheta’ el pasado 17 de junio de 2021. Aterrizaba en Zorrilla después de rozar la permanencia en Primera con el Huesca y con el aval del ascenso a la élite con el Elche. El camino, de 42 jornadas, siempre ha formado parte de su discurso protocolario, en el que insistía que su método siempre te «acerca a la victoria».

Desde el primer día el burgalés siempre vio la botella medio llena , y su discurso conectó rápidamente con el aficionado: «Puedo decir una cosa a la afición para que se anime: mi objetivo es llenar esto, que esté a reventar, que venga la gente ilusionada y se vaya orgullosa». Y orgullosos se han ido muchos días a pesar de que su equipo no consiguiera sumar los tres puntos, pero sí demostró ser valiente.

El baile de puntos le ha acompañado durante toda la temporada, situando el ascenso directo en 75, el título en 80, y el playoff en 65. Pequeños retos para la plantilla que irían variando con el paso de las jornadas, y con una puntuación alta por arriba, y escasa en la zona baja.

Con un sistema de cinco defensas, Pacheta trató de imponer su estilo, aunque las alarmas se encenderían con tres derrotas seguidas, Burgos, Tenerife y Girona. Una minicrisis que zanjaría con un cambio de sistema, jugando con un 4-4-2.

Esas pequeñas fases de la temporada tendrían otro bache en Zorrilla con el empate ante el Ibiza el 20 de octubre. Ese día Pacheta reconocía que «hemos hecho el mejor partido del año con mucha diferencia». Aunque su equipo creció en Gijón y ante el Éibar, volvería a pegar un petardazo en Amorebieta en noviembre. «El único responsable soy yo. Nos ha faltado contundencia», asumió el técnico tras el 4-1 doloroso , y cuya herida se restañaría meses después en Zorrilla.

En Navidad el equipo iniciará una racha de portería a cero ante la Real Sociedad B, al final de la primera vuelta, con optimismo del de Salas:  «Con 74 puntos estamos cerca del ascenso directo».

Durante esta temporada tuvo dos batallas semanales: el VAR, de su agrado, pero mal utilizado, y los penaltis, y la segunda en torno a las Jornadas FIFA, a las que se refirió también el pasado viernes en la previa del duelo ante el Huesca.

Un equipo osado y valiente cogió ritmo en enero, y en febrero se permitiría tras empatar en Fuenlabrada, firmar una media inglesa en el resto de temporada : «A ese ritmo son 30 puntos, ahora lo firmo. Creo que te acerca mucho, te metes en 78 puntos, si no asciendes directo, pocos años no se asciende…». Un puntaje que, ahora con la competición transcurrida, no hubiera servido para el fin.

Una semana después ante el Girona insistió en su mensaje de orgullo pese a que los catalanes le ‘birlaron’ dos puntos en la recta final: «Si hoy el aficionado del Real Valladolid no se va orgulloso, igual tenemos un lío», remarcó Pacheta.

La primavera fue benévola para el equipo que se asentó en la tercera plaza, hasta que desaprovechó la ocasión de asaltar el ascenso directo ante el Sanse:   «Qué nadie nos dé por muertos» , zanjó un dolido Pacheta en sala de prensa. Seis después asaltaría Ipurua y se mantendría fiel a su discurso: «No he dejado de creer nunca, pero también en la vida, intento ver esto de manera optimista».

Optimismo que siempre le permitió ver la botella medio llena pese a los numerosos baches que fue solventando con cambios de sistema, de jugadores, y hasta de portero. Pero ‘El Cascarilla’ ha cumplido 12 meses después el reto que se encomendó a orillas de Pisuerga.

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