Diario de Valladolid

Sesteo y negación del Real Valladolid Baloncesto

La falta de deseo de un ya clasificado Clínica Sur Aspasia le lleva por segunda vez esta temporada al sonrojo ante el colista Tizona de Burgos, que le clavó 18 alfileres en forma de triple (100-108)

P. REQUEJO

P. REQUEJO

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Guillermo Velasco
Valladolid

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Mucho trabajo por delante para un autocomplaciente Clínica Sur Aspasia que sigue vegetando en defensa. Cierto es que en el partido de ayer ante el Tizona de Burgos no había nada en juego porque el resultado no influía de cara a la segunda fase. Pero también es cierto que a Burgos, colista del grupo, tampoco le influía. El duelo, a las puertas de la decisiva segunda fase en los que unos, los vallisoletanos, jugarán por el ascenso mientras los otros, los burgaleses, lo harán por no perder la categoría, se convertía en un mero ejercicio de deseo y de sembrar para el futuro más inmediato. 

Como ocurriera en la primera vuelta, el colista quería sacar los colores al conjunto vallisoletano y  vaya si lo consiguió. De nuevo el Tizona sacó los colores a un rival cuyo pensamiento, al menos por lo visto hasta la fecha, solo parece focalizado al ataque. De medio campo hacia atrás, donde hay que agachar el culo y el trabajo grupal se hace necesario, es nulo. Encajar 51 puntos al descanso suele ser, como así fu, sinónimo de fracaso, sinónimo de derrota. Burgos, que sí parecía tener hecho el trabajo de ‘scouting’ del rival con buena caligrafía, sólo tuvo que ahondar en las lagunas, grandes lagunas defensivas del Clínica Sur. Así, con hasta 18 aguijones en forma de triple, fue masacrando la inexistente defensa vallisoletana, donde el trabajo de los pequeños, a otro aire muy diferente, sigue haciendo aguas. Donde la falta de concentración, a pesar de que no se jugaban nada en el envite (pero, repito, ninguno de los dos equipos) abre de par en par la puerta de las dudas.

Es la misma canción repetida hasta la saciedad. Sin defensa no hay paraíso. Así de crudo pese a que en otras ocasiones la calidad ofensiva del equipo, incuestionable, borra o al menos maquilla las deficiencias defensivas. Ayer, el Tizona de Burgos (recordando una vez más que es el colista con tan solo cuatro partidos ganados) parecía los Lakers. Con un juego muy fácil que convertía a su rival en mera marioneta. 

Hugo López no supo dar con la tecla táctica o incluso de motivación para sacar el partido adelante y acceder a la segunda fase con otra dinámica muy diferente a la ofrecida ayer. Su equipo, a golpe de espasmos, mandó incluso en el marcador en el primer tramo de partido (35-26) en un duelo encaminado a ser un concurso de tiro de feria. Ni siquiera el triple sobre la bocina del descanso a cargo de Puidet sirvió de reacción (50-51). Ante el alarmante sesteo defensivo vallisoletano Burgos salió dispuesto no solo a plantar cara a un rival superior, como muestra la clasificación, sino con ganas de cuestionar. Así, en plena verbena defensiva y a base de triples, bloqueos ciegos, unos contra unos e incluso con alguna puerta atrás,  abrió una brecha que (73-84) que comenzó a ser preocupante. 

Y en esta ocasión nadie, ni siquiera Timmer o Nacho Martín, pudieron, como otras veces, acudir al rescate tirando de anarquía. El daño estaba hecho. Y es que ir a  un partido a 100 puntos es jugársela a la ruleta rusa en un baloncesto, el actual, en el que la defensa marca el camino (100-108).

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