Vivos a Irún
El Recoletas Atlético Valladolid mejora su imagen como local ante el potente Bidasoa y fuerza sobre la campana un empate de cara al partido de vuelta de dentro de tres días
Las espadas quedan en todo lo alto en la Copa del Rey para un valiente Recoletas Atlético Valladolid que aunque no pudo quitarse de encima ese estado de ansiedad en grado sumo que atenaza, le hace encoger el brazo e incluso es presa del pánico cada vez que pisa Huerta del Rey, ‘su’ Huerta del Rey, salió vivo del partido de ayer ante un rival de rango superior como es el Bidasoa.
El conjunto de David Pisonero, en calco casi perfecto de aquel partido que abría la temporada en la Liga Asobal como equipo local en Huerta del Rey allá por el mes de septiembre, volvió a acabar en empate. Esta vez a 28 goles por el 24-24 del envite liguero.
El empate de ayer, sufrido pero tremendamente trabajado, sirve para soñar con ese Quijote que es capaz de doblegar a los gigantes cuando juega fuera de casa. El próximo sábado en Irún el Recoletas Atlético Valladolid, con vida gracias al resultado de ayer tras el gol postrero de Diego Camino en la última acción del partido, deberá defender el empate apelando, como no podía ser de otra manera, a la versión mostrada esta temporada en el 80% (todos a excepción de Santander y Huesca), de los partidos jugados como visitante.
Y es que la presión a la que se ve sometida la joven plantilla vallisoletana cada vez que juega en casa es un pesado armazón con el que debe lidiar con todo lo que ello lleva consigo.
El Bidasoa, visiblemente cansado, con lesionados y con la fatiga de venir de la Copa Asobal donde llegó a disputar la final, volvió a exigir mucho a un Recoletas que sigue jugando atenazado y que sigue cometiendo demasiados errores, tanto en los lanzamientos a portería como sobe todo en el capitulo de pérdidas de balón. Errores que como bien vaticinaba David Pisonero en la previa de este partido de Copa acaban penalizando.
El Recoletas Atlético Valladolid de ayer mejoró con creces la pobre versión de su último envite jugado en casa y que acabó con una agónica victoria prácticamente sobre la bocina ante el colista Alcobendas. Y el Bidasoa no era ni mucho menos el conjunto madrileño. Su fortaleza defensiva obligó a los vallisoletanos hilar muy fino, encontrando, como no podía ser de otra manera, su mejor opción en la conexión con su pivote internacional, un Abel Serdio con vigilancia especial y que aún así acabó como máximo artillero con siete dianas.
El problema volvió a estar en la primera línea, aunque a diferencia de partidos precedentes despertó Víctor Rodríguez dejando en el letargo continuo a un Héctor González que sigue mediatizado y a Roberto Pérez, que chocó una y otra vez contra el rocoso muro irundarra. La continuidad del balón hacia los extremos, sobre todo de izquierda a derecha, dotó de protagonismo al joven Manu García, sustituto del lesionado Serrano, que lejos de arrugarse, acabó con cinco dianas.
El Bidasoa demostró que también quiere la Copa. Y prueba de ello estuvo en sus reacciones ante los arreones del Recoletas. La primera tras tiempo muerto en el minuto 12 cuando los de Pisonero se pusieron 8-6 con un parcial de 1-6. LA segunda, ya tras el descanso y también tras tiempo muerto a nueve minutos para el final, con 25-24 para los vallisoletanos, para dar la vuelta al electrónico con un 0-2 (25-26) traspasando el minuto de necesidad a David Pisonero.
La entrada a cancha del portero brasileño Rangel por el Bidasoa en la segunda mitad fue también determinante ejerciendo de flotador de su equipo para igualar una portería que estaba ganando con claridad César Pérez, brillante y vital en el Recoletas sobre todo en los primeros treinta minutos.