La salida traumática del ‘rey Fernando I’

Dicen que una retirada a tiempo siempre acaba por evitar problemas y roces innecesarios. Pero cuando se juega con el pan de tus hijos, la retirada se ve desde un prisma muy diferente incluso un tanto distorsionado. Es el caso de Fernando Hernández el incombustible.

El capitán y santo y seña del Recoletas Atlético Valladolid, coleccionista de récords, se resiste a hincar la rodilla pese a sus 45 primaveras. El ‘rubio de oro’ quiere seguir un año más dispuesto a derribar ese muro de la lógica que grita que un jugador con esa edad no puede rendir a buen nivel. Pero él es la excepción que confirma la regla. Un jugador convertido desde el nacimiento del club en una especie de icono cuya llama, cuyo reflejo, caprichosamente, parece haberse apagado de repente. La confianza en el zurdo de la quinta del 73, la misma de Pisonero, se ha ido degradando poco a poco hasta perderse tras la extraña e inexplicable (porque yo, como muchos, todavía no la entiendo) revolución vivida en navidad con la salida del club del entrenador Nacho González. Fernando I de Castilla y León, reconocido por el gobierno autonómico, junto a otro ilustre (al que de momento nadie le ha hecho la cama) como es el leonés Juanín García, con el Premio Castilla y León del Deporte 2017, va camino de salir del club de forma incomprensible por la puerta de atrás.

Posiblemente de forma injusta en una situación muy mal gestionada desde el club como ocurrió en un pasado no muy lejano con otro icono del balonmano de la ciudad como fue José Ángel Delgado Ávila. No es un secreto que Fernando está arrinconado y ya no tiene apenas peso en un vestuario en el que otras voces se imponen sobre la suya. Su salida del club puede convertirse en su salida del balonmano porque ¿qué equipo y a qué precio se atreverá a fichar, por ‘rey’ que sea, a un jugador camino de los 46 años en un deporte del desgaste del balonmano? La respuesta es muy clara. A Fernando, con todo lo que ha dado, se le tenía que haber buscado otra salida. Quizás, de jugador, con menor sueldo y como segundo espada o relevo del emergente y taponado Serrano. Quizás, de entrenador, como hombre de futuro aunque en este sentido el club ya menospreció a Iñaki Malumbres, relevo lógico y natural de Nacho González, con su apuesta ciega por Pisonero. Quizás, en el organigrama del club, donde la traumática pérdida de Toño Garnacho, dio alas a Jaime Maldonado, un hombre con otros principios y otra forma muy diferente de gestionar los problemas. Pienso que a nivel empresarial la figura de Fernando, el Fernando de los 45 años, es vendible y todavía aprovechable. Como tituló este periódico tras la reunión del club con el capitán, Fernando escribe su epílogo.