Diario de Valladolid

La colonia del rugby español

De las 16 últimas finales de Copa del Rey, Valladolid ha logrado en sus cinco convocatorias como anfitrión reunir a 56.000 espectadores / Las otras 11 finales acogieron 39.000 espectadores

Asistencia a las últimas finales de Rugby-EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN

Asistencia a las últimas finales de Rugby-EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN

Publicado por
G. VELASCO / J. I. FERNÁNDEZ VALLADOLID
Valladolid

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Como decía el escritor, orador y político romano Marco Tulio Cicerón, la evidencia es la más decisiva demostración. Valladolid sigue llorando y preguntándose cómo con las mejores cartas de la baraja (los antecedentes de las tres últimas finales, una en Pepe Rojo y dos en el estado José Zorrilla, y sobre todo con el hecho de que los dos finalistas, VRAC y El Salvador, son vallisoletanos) se perdiera la adjudicación de la final de la Copa del Rey. El presidente de la Federación Española Alfonso Feijoo, con el que ya hubo ‘rifirrafes’ con los clubes vallisoletanos en más de una ocasión, obvió a la evidencia para decantarse ‘por el bien del rugby’ por la candidatura valenciana en el estadio del Levante defendida por un ex rugbier César Sempere.

Los datos, los simples datos que arrojan las últimas 16 finales de la Copa del Rey, son los que dejan precisamente en evidencia al actual presidente de la FederaciónEspañola empeñado en cargar contra la lógica. Valladolid, de un tiempo (cada vez más largo) a esta parte, es la excepción que confirma la regla. La excepción de catapultar a un deporte olvidado y casi aparcado en casi todo el resto del territorio español. El dominio demoledor de VRAC Quesos Entrepinares y SilveStorm El Salvador en los últimos años ha elevado el volumen de un deporte del que apenas se escribe, se escuche y se ve en otras ciudades. ¿Valencia volverá a ser otra excepción por simple convencimiento de Sempere o del presidente Feijoo? Esta es sin duda la gran pregunta del millón.

Valladolid ha organizado cinco de las 16 finales de la Copa disputadas desde el año 2002. Y Valladolid nunca ha fallado a la cita como demuestran los 56.000 espectadores reclutados en sus cinco finales disputadas en Pepe Rojo (tres, con 13.000 espectadores) y el estadio José Zorrilla (caprichosamente las dos últimas, con 43.000).

El resto de finales, un total de once, tan solo fueron capaces de albergar un total de 39.000 espectadores, o lo que es lo mismo, 3.545 espectadores de media, sabiendo que no es un dato real ya que las dos finales disputadas en Palencia en su estadio Nueva Balastera, en 2012 y 2014, captaron a 7.536 y 5.500 espectadores, respectivamente.

Valladolid es sin lugar a dudas por méritos propios (trabajo y convencimiento en seguir creciendo de los dos clubes, fidelidad y captación de abonados y seguimiento de los medios de comunicación) una colonia del rugby español. La Federación Española ha optado por despreciar el éxito y lo que ante los ojos de la lógica es rentable dado que los dos finalistas son vallisoletanos, para tirar una bala al aire. Las experiencias fallidas de Pinares en Zaragoza, Gijón, Segovia y Villajoyosa, cerca, muy cerca de donde ahora se apuesta, amenazan con un nuevo fiasco o cuanto menos con un impacto mediático mucho menor que la opción vallisoletana, la que a lo largo de sus cinco experiencias fue capaz de asegurarse una media de 11.200 espectadores por final. El órdago está echado y aunque la evidencia se demuestra, por desgracia no se proclama.

LOS PAPELES DE LA FEDERACIÓN.

Juan Carlos Martín ‘Hansen’ reconocó ayer que los abogados de RugbYA viajarán en próximos días a Madrid para ver allí mismo en la sede de la FERel pliego de condiciones y adjudicación de la polémica final de la vergüenza.

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