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Club Balonmano Atlético Valladolid

El día de los porteros

Rey y Aurrekoetxea rescataron de la vulgaridad un partido acelerado y lleno de errores en el tiro y el pase / Fernando fue expulsado a los 20 minutos / El Atlético sigue segundo tras su triunfo

De la Rubia entra hasta seis metros para tirar, defendido por Bordegaray-J.M. LOSTAU

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Esto es la División de Plata. Pasen y vean. Olviden cualquier oropel europeo, como los cubanos se olvidaron del pasaporte. No es el reino de la excelencia sino el de la supervivencia. El de los equipos flojos, los árbitros pésimos, los pabellones lánguidos y el juego de todo a cien.

Sí, ya sé que el Atlético es conjunto de nuevo cuño y que lleva suficientes meses en una categoría que no se pisaba en décadas como para saber lo que hay. Pero es que a veces se dan partidos en los que, por mucho que haya que asumir la condición de aristócrata venido a menos, se echa de menos la servilleta de hilo. No es que la alternativa sea la de papel, es directamente la manga.

El Atlético-Barakaldo no pasará a la historia. Ni falta que hace, porque ninguno lo pretendía. Si algo hay de rescatable es la portentosa actuación de ambos porteros. Excelente Rey y excepcional Aurrekoetxea, sin duda llamado a más altas miras de las que puede ofrecerle su actual equipo.

Los castellanos buscaban la consolidación en la segunda plaza. Los vascos, huir del infierno del descenso. Ninguno brilló pero ganó el menos malo, incluidos los calamitosos árbitros, que expulsaron en el minuto 20 a Fernando por meter el pie a un contrario que salió al contraataque y, luego del traspiés, chocó con el poste.

Muñoz y Posada se nota que están viendo el Mundial, se pusieron estupendos y recetaron la roja uno de los jugadores más sucios de la historia mundial de este deporte. Una especie de Iniesta del balonmano.

El partido era hasta entonces un catálogo de fallos en el tiro (también gracias a los porteros) y en el pase. La defensa de los equipos vascos, de natural aguerrida y envolvente como una boa constrictor, fue en el caso del Barakaldo una terraza de bar. Egea marcó dos goles casi seguidos desde la línea continua sin nadie en tres metros a su alrededor.

La defensa atlética era algo mejor, pero no mucho. La diferencia es que los chutadores vizcaínos eran peores. Se hablaba de la velocidad del Barakaldo en las transiciones. El problema es que la prisa no vale para nada cuando uno no sabe dónde ir.

Desde el inicio el Atlético marcó diferencias. Del 6-3 se pasó al 10-4, el 10-7 tras la roja a Fernando y la recuperación hasta el 15-7 del descanso. En la segunda parte el Barakaldo nunca se acercó a menos de cinco goles. Sin su artillero, los locales vivieron de los tantos de De la Rubia y Roberto Pérez. Dos puntos más. Otro ladrillo en el muro. Pero sin música de Pink Floyd.

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