Diario de Valladolid

El Patio Herreriano reivindica el legado de modernidad de Delhy Tejero

El museo vallisoletano reúne en dos de sus salas retratos, paisajes, bodegones, pinturas de carácter regionalista y bocetos de murales de la toresana, una de las figuras más singulares de la vanguardia española

Un fotógrafo se detiene ante el mural ‘La cena’, de 1937. | P. REQUEJO - PHOTOGENIC

Un fotógrafo se detiene ante el mural ‘La cena’, de 1937. | P. REQUEJO - PHOTOGENIC

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Encarnó, junto a contemporáneas como Ángeles Santos, Maruja Mallo o Remedios Varo, a la ‘Mujer Moderna’, en un tiempo en el que sólo el deseo de ser libre e independiente ya suponía colocarse bajo el foco de la sospecha. Persiguió su sueño, su vocación temprana, desafiando la lógica, dándole la espalda al limitado horizonte de su localidad natal para dar el salto a Madrid, para formarse en la Residencia de María de Maetzu, al calor de la Institución Libre de Enseñanza. Adela Tejero Bedate, la joven toresana que con solo 35 años llegó a exponer en París junto a Óscar Domínguez, Miró o Chagall, iniciaba su camino hacia la posteridad como Delhy Tejero (Toro, 1904 - Madrid, 1968). Desde esta mañana, el Museo Patio Herreriano recuerda su obra y reivindica su legado en la muestra Geometría y Misterio .

Una propuesta que se extiende por las salas 1 y 2 del MPH –en la planta baja se puede contemplar cómo preparó su mural Amanecer Jurídico (1948), para el Ayuntamiento de Zamora, con Doña Urraca y Doña Elvira ocupando un lugar central mientras el Cid queda al margen, en un buen ejemplo de la mirada feminista de la artista–, con la Guerra Civil como punto de cesura. Una propuesta que da cuenta del singular, expansivo y rico universo plástico de la artista, uno de los grandes nombres de la vanguardia española, como reivindica esta exposición, que contará en un futuro próximo con una publicación sobre Delhy Tejero, como avanzó hoy el director del centro, Javier Hontoria.

Geometría y Misterio alude a dos claves de la obra de la artista toresana, que desarrolló en pinturas, dibujos, ilustraciones y murales –que concebía como el máximo ejemplo de pintura democrática, accesible para todos–; a un universo construido desde la figuración, la abstracción o el informalismo, abordando el retrato, el paisajismo, el bodegón o un enfoque regionalista. «Geometría como base de su trabajo y como ordenación del mundo, con un ritmo. Misterio en un sentido religioso, mitológico, desde una concepción del arte como algo trascendente», puntualizó durante la inauguración la comisaria de la muestra, Patricia Molins, coordinadora de exposiciones del Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía –el MNCARS, explicó, ha adquirido recientemente algunas de sus obras–.

Formada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Delhy Tejero, subrayó la comisaria, tuvo en el dibujo uno de los ejes de su obra. «Tenía una mirada propia. Veía las cosas de una manera diferente a las demás. Era capaz de plasmar la psicología de las personas que retrataba con mínimos elementos expresivos», subrayó Molins.

En la sala 1, se muestran las primeras incursiones de la artista zamorana en el ámbito de la ilustración, se exhiben algunos de los trabajos en los que la creadora mostró su fascinación por las tradiciones populares, y se despliegan pinturas fruto de sus viajes por diferentes lugares que serían esenciales para su carrera, como París o Italia. No faltan, por ejemplo, su gran óleo sobre lienzo El mercado de Zamora (1934), ni el tríptico Castilla, realizado al temple (1932). O acuarelas de su Cuaderno de Marruecos (1936). O un óleo como Planta de la Isla de Capri (1938).

En Delhy Tejero. Geometría y Misterio hay autorretratos realizados ya a su regreso a España (de 1945 o 1950, por ejemplo). Y se observa una depuración en su mirada, una búsqueda hacia lo esencial   con una figuración que se va diluyendo en el paisaje, por ejemplo. Del detalle con que muestra Plaza de Callao (1944) al skyline casi sugerido de un óleo como Cuando Madrid es azul (1964).

A la inauguración asistió María Dolores Vila, sobrina de Delhy Tejero y una de las responsables de mantener vivo su legado. Emocionada por el despliegue, citó a Jiménez Lozano para resumir el espíritu que guió a la creadora toresana: «No se puede pasar por la belleza sin celebrarla. Eso implica tener una conciencia ética y estética, eso implica aprender continuamente, esforzarte, buscar la armonía». Eso, en definitiva, representaba Delhy Tejero.

tracking