Diario de Valladolid

Cuatro voces de Cuba para dar forma en Valladolid a lo que nunca se nombra

Javier Silva reúne a Adriana Arronte, Lorena Gutiérrez, Laura Lis y Yanelis Mora para hablar de control político, suicidio o de procesos físicos y mentales que nos condicionan

Adriana Arronte, Yanelis Mora y Laura Lis en la Galería Javier Silva.

Adriana Arronte, Yanelis Mora y Laura Lis en la Galería Javier Silva.

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El poder y su ejercicio de control sobre el ciudadano. El suicidio. El cuerpo como objeto de devoción. La búsqueda de coordenadas –mentales– que orienten. Para enfrentar aquello que suele permanecer silenciado, la Galería Javier Silva abre por primera vez sus puertas a cuatro artistas cubanas afincadas desde hace algún tiempo en Madrid. Son las habaneras Adriana Arronte (1980), Laura Lis (1983) y Lorena Gutiérrez (1987), y la holguinera Yanelis Mora (1984), protagonistas de la colectiva Vamos a nombrar las cosas . 

¿Cosas? Son retales que conforman mapas abstractos, representaciones de órganos vitales que hablan de lo que somos, antiguos útiles domésticos afilados por la metáfora, complementos que esconden una historia de desesperación... «Nos revelan síntomas, que definen nuestra historia personal, íntima y política como parte de una sociedad», advierten desde el espacio de la calle Renedo.

Nada más entrar en la Galería, el visitante encuentra a su izquierda irónicos y sugerentes trabajos de Arronte de las series Política de datos y Expurgo . Útiles de otro tiempo –lacres que adquieren evocadoras formas y abrecartas– ajeno al mundo digital. «Algunos de esos objetos pertenecieron a compañías como la Havana Coal Company, que fue expropiada por el Gobierno», recuerda la artista en declaraciones a este diario. De su historia se sirve para plantear lo que denomina El sacrificio del otro . «En Cuba se silencian las comunicaciones. La historia la escriben los ganadores con sus políticas arbitrarias», reflexiona Arronte, que en Seguridad nacional emplea otro afilado abrecartas de una compañía de seguros venezolana para evocar, explica, el férreo control de las policías de control político –el lacre parece escurrir de su filo como evocando una masa sanguinolienta–.

‘El sacrificio del otro’, de Adriana Arronte

‘El sacrificio del otro’, de Adriana Arronte

En Expurgo , Arronte compone estampas con sellos de bibliotecas municipales con títulos que aluden a sociedades desnortadas, teledirigidas y controladas como 1984, Homo Videns o Las estrategias fatales . Fechas de salida y entrada. Libros retirados para siempre –unas polillas van devorando cualquier rastro–. «Son cuestiones candentes, como el control digital o la desmaterialización del propio libro», subraya la creadora.

Algunas de las obras de Lis

Algunas de las obras de Lis

Junto a sus trabajos lucen las pequeñas figuras Votivas de Laura Lis. Órganos dorados –corazón, cerebro, seno, ovario, testículos– o bordados sobre tela que complementan las esculturas. «Representan una mirada al interior del ser humano. Votiva trata de las conexiones emocionales y sentimentales, con los recuerdos, que condicionan nuestro comportamiento con nosotros mismos y con el propio entorno», reflexiona la cubana. Una dura experiencia física fue el detonante del proyecto. «Buscamos constantemente la felicidad, pero la perseguimos en el exterior, no en nuestro interior. Y silenciamos el dolor físico periódico, lo ‘malnormalizamos’ aunque sea invalidante», advierte Lis.

Una imagen con los bordados de Laura Lis

Una imagen con los bordados de Laura Lis

Yanelis Mora firma la propuesta más abstracta. Actriz antes que artista, durante años se encargó ella misma de levantar sus propios personajes, sus escenografías, sus vestuarios... «Ese background me inspiró en un momento de mi vida en el que tuve que parar, que dejar de actuar. Al trabajar como artista con los textiles conecto con esa otra faceta teatral», admite. La artista cubana, como parte de una terapia, estuvo trabajando con mapas. «Era una herramienta que me dio sosiego, equilibrio, para volver a retomar el rumbo cuando tuve que empezar una nueva vida en un lugar diferente», detalla. La artista recrea espacios mentales en los que entran en juego tanto la naturaleza como la arquitectura, tanto la luz como el color, que trabaja en diferentes tonalidades como si fueran las aristas de alguno de los personajes que alguna vez llevó a un escenario. Como la vida misma, compone un todo a partir de piezas que, en su diferencia, acaban encajando, confluyendo.

Un 'mapa' de Yanelis Mora

Un 'mapa' de Yanelis Mora

Por último, Lorena Gutiérrez presenta Soga de seda , un proyecto iniciado a raíz de una investigación para una exposición en Miami que le llevó a indagar en el suicidio en las altas esferas de la sociedad. «La economía, la precariedad material, no constituye un problema, sino que entran en juego otro tipo de presiones psicológicas, como, a veces, las derivadas de la corrupción. La corbata se convierte en una especie de arma con la que atentar contra su propia vida», explica la artista. La corbata, con toda su carga simbólica, con las dosis de «impostura» ante el resto de la sociedad. Apariencias y poder. Lujo y distinción. «En la Cuba de los cincuenta se podía ver a la gente vestida de traje por la calle. Después del 59, al triunfar la Revolución, con la búsqueda de un hombre nuevo, de una sociedad igualitaria, se impuso una forma de vestir sin etiqueta, más sencilla. Los que mantuvieron esas formas estaban vinculados al poder», recordó. El color, la estética amable, atrae al espectador que, si contempla el conjunto textil sobre ese fondo acerado, no puede dejar de ver unos afilados dientes de sierra. Siluetas cortantes para nombrar lo que no se quiere admitir.

Una imagen de 'Soga de seda', de Lorena Gutiérrez

Una imagen de 'Soga de seda', de Lorena Gutiérrez

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