La Semana Internacional de Cine de Valladolid, diez hitos de una historia de 67 años
La Seminci es un referente para los amantes del cine de autor gracias a 67 años de historia construidos sobre la filmografía de autores como Berman, Truffaut, Loach o Kubrick
Siempre es una buena ocasión para echar la vista atrás y recordar los grandes momentos que ha brindado la Semana Internacional de Cine de Valladolid a los amantes del séptimo arte. Muchos han sido sus protagonistas, pero no tantos los que han dejado huella en el festival: algunos, alzando sus preciadas Espigas –o los Lábaros–, como Stanley Kramer, Robert Bresson, Ermano Olmi, Marco Ferreri, Akira Kurosawa, Atom Egoyan o Andrzej Wajda; otros, dejando para la posteridad inolvidables momentos. He aquí diez momentos relevantes en la historia del festival... Y alguno más
.-Génesis . Un 20 de marzo de 1956, cinco años antes de que se hiciera con la alcaldía de Valladolid, el salmantino Antolín de Santiago Juárez ponía en marcha, en el marco de la Semana Santa, la Semana de Cine Religioso, una muestra que en sus primeros años ni siquiera tenía carácter competitivo y que, en 1960, comenzó a denominarse Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos. Carmelo Romero, Rafael González Yáñez y Fernando Herrero le sucedieron. Y luego, Fernando Lara, Juan Carlos Frugone y Javier Angulo .
.-La primera Espiga de Oro y el cambio definitivo de nombre . La hoy codiciada Espiga de Oro comenzó a entregarse en 1960, conviviendo con alguno de los galardones que habían ido apareciendo desde la tercera edición: los Don Bosco de oro y plata cedieron paso al Lábaro, instaurado en 1959, y que se mantuvo hasta 1974, un año después de que la cita fuera bautizada como Semana Internacional de Cine de Valladolid.
.-El primer programa : En esa primera edición de la Semana de Cine Religioso, se proyectaron seis títulos únicamente: Balarrasa , de José Antonio Nieves Conde (1950); Cristo , de Margarita Alexandre y Rafael María Torrecilla (1953); El Judas , de Ignacio F. Iquino (1952); La guerra de Dios , de Rafael Gil (1953); La mies es mucha , de José Luis Sáenz de Heredia (1949); y Una cruz en el infierno , de José María Elorrieta (1955).
. -El primer palmarés : Estamos en 1958, con un programa muy reducido que se mostrará del 17 al 23 de marzo. El estadounidense Jules Dassin inscribe su nombre en la historia dorada del festival al lograr su Don Bosco de Oro con El que debe morir , adaptación de Cristo nuevamente crucificado , de Nikos Kazantzakis . Dasin, cosas de la vida, antiguo ayudante de Hitchcock , andaba ya exiliado en Europa víctima de la persecución mccarthista. Ese año, Fellini logró el Don Bosco de plata con Las noches de Cabiria , la historia triste de esa prostituta encarnada por Giulietta Masina –trabajo que fue premiado en Cannes y San Sebastián–, y hasta Luis García Berlanga obtuvo una Mención Especial con Los jueves, milagro .
.- Y Bergman comenzó a dejar su sello... junto a Truffaut . Es abril del 60 y el festival, ya rebautizado como Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos, inicia en su quinta edición su idilio con Ingmar Bergman, que se alza con el Lábaro de oro con El séptimo sello . Y otro grande como François Truffaut lograba la primera Espiga de Oro del festival con Los cuatrocientos golpes .
Bergman devolvió el cariño recibido por la ciudad brindando a la Semana, posteriormente, otros estrenos. Un año después, el sueco repetiría triunfo con El manantial de la doncella . La concesión del máximo premio provocó la ira del Arzobispado, que manifestó en una carta abierta su intención de «evitar el que esta desorientación moral vuelva a producirse con ocasión de la Semana de Cine Religioso y Valores Humanos». Es la historia de una venganza familiar tras una violación y asesinato. Bergman repetiría éxito con Los comulgantes. Se entiende su deseo de estrenar en Valladolid trabajos como La vergüenza (1970), Secretos de un matrimonio (1975) o Sonata de otoño (1978).
.- El festival crece . En su séptima edición, la Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos dio un salto cuantitativo programando, por primera vez, una Sección Retrospectiva y Cultural que se dedicaba a recuperar películas relevantes en la historia del cine. Sus responsables confiaban en que la nueva sección cobrase un papel ‘importante y significativo’ en el futuro. Ese año fueron prortagonistas Robert Bresson, Luis García Berlanga, Florián Rey o Michael Curtiz .
.- Y con Kubrick, el escándalo . Quién no sabe, a estas alturas, que la Seminci permitió ver por primera vez en España, tres años después de su estreno en EEUU e Inglaterra, la controvertida La naranja mecánica . No faltaron ni las amenazas de bomba para evitar la proyección, ni las largas colas para asistir a un visionado que, todo el mundo lo sabía, iba a deparar una vivencia única.
.- 1984, llega Fernando Lara . Ya hacía unos años que el festival llenaba la ciudad de cine con unas proyecciones que iban más allá de la Sección Oficial. La celebración de ciclos, del cine americano al árabe, por ejemplo, abría una enorme cantidad de ventanas desde las que asomarse a filmografías lejanas y distintas. En ese primer año de la Seminci, nació Tiempo de Historia , que entró en el palmarés en 1986. Punto de Encuentro vio la luz en 1987 –y Spanish Cinema–, con Andrei Tarkovski entre otros participantes.
Ese año, por cierto, también llegaron los labios rojos de Manolo Sierra al festival, imagen icónica de la Seminci.
.-Aquiles en Seminci . Sí, sí, sí. Brad Pitt estuvo aquí, no como el Aquiles de Troya , sino como el autoestopista de Thelma & Louise . Era 1991, su debut en la gran pantalla, y el joven se dejó ver por la ciudad, disfrutó de la noche y de sus encantos y le llevó –suponemos– a Ridley Scott la codiciada Espiga de Oro, compartida con Atom Egoyan, en una edición en la que también triunfó Ken Loach y en la que Valladolid descubrió a Juan José Campanella con la inolvidable El niño que gritó puta .
.- Sofía Loren, una gran dama para la Seminci de Frugone . Más de tres lustros después de aquella visita, que bien pudo quedar en breve anécdota, en una menuda reseña en la intrahistoria del festival si el galán no hubiera tenido la carrera que ha tenido, llegó al Teatro Calderón una de las más grandes estrellas del firmamento cinematográfico: Sofía Loren, en 2007, recibió de manos del alcalde, Javier León de la Riva, la Espiga de Honor del festival en reconocimiento a su carrera. Un reconocimiento que también recibió el productor Alberto Grimaldi. Derrocharon glamour y simpatía -y él una tremenda afonía-. Y la inolvidable Doña Jimena del Cid recordó con emoción su estancia en tierras castellanas para rodar aquella película junto a Charlton Heston.
Y Woody Allen tocó el clarinete en el Calderón . Un año después, el año uno de la era Javier Angulo, y por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, Woody Allen recibió otra de las Espigas de Honor de la Seminci... en pleno mes de diciembre. El actor y realizador neoyorquino acudía a dar un recital de jazz, junto a su banda, al Teatro Calderón. Antes de afinar la caña de su clarinete, recibió su Espiga de Honor. Y así cada año, en un intento de elevar el relumbrón de un festival cada vez más preocupado por proyectar su imagen al exterior, buscando sin éxito la foto con Francis Ford Coppola o consiguiendo la imagen con Matt Dillon.
.-Goran Paskaljevic, el gran cosechador . Un recuerdo al desaparecido director serbio, fallecido en 2020. En 1995 consiguió su primera Espiga de Oro, en la 40 Seminci, gracias a La otra América . Era su primer paso para ser el director más laureado del festival con permiso de Bergman y Truffaut, en los tiempos iniciales del festival. En 2006 repitió con Optimistas y tres años después hizo lo propio con Lunas de miel .