Diario de Valladolid

Cristian Mungiu: «Quiero hacer una instantánea de la realidad, hablar de lo humano»

El cineasta rumano que triunfara en Cannes con ‘Cuatro meses, tres semanas y dos días’, protagonista de un ciclo de Seminci, imparte una clase magistral

Mungiu, hoy en Valladolid. | ICAL

Mungiu, hoy en Valladolid. | ICAL

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El cineasta rumano Cristian Mungiu, autor de Cuatro meses, tres semanas y dos días , película que le convirtió en el primer director de su país en triunfar en Cannes, ha impartido en el Teatro Calderón la primera clase magistral de esta 67 Semana de Cine de Valladolid, que le dedica además un ciclo. Un ciclo en el que el responsable de Más allá de las colinas ha seleccionado incluso las películas que más le han influido, de Kieslowski, Lucian Pintilie y Bruno Dumont.

De influencias, de su relación con los actores, de la importancia de tomar ese tipo de decisiones que como director de cine uno normalmente nunca adoptaría, de la melodía y del subtexto de los diálogos, de su visión del cine y de otras muchas cosas ha hablado Mungiu en Valladolid. «No es tan complicado para un director hacer una sola película, sí hacer una carrera», advirtió el director, que entró en las aulas en los noventa, sin saber qué haría tras graduarse. «La situación era complicada», reconoció. 

Mungiu explicó sus titubeantes comienzos, sus errores de principiante cuando empezó a salir de Rumanía para exhibir su trabajo. De todo aquello aprendió. También de la importancia del trabajo diario, de escribir historias aun cuando vayan a quedarse en el cajón.  

Probó formar parte del sueño americano por siete días, pero supo que no era lo suyo, que debía pelear sus comienzos en su país, y que hasta los medios menos convencionales, si funcionan, logran abrir puertas.

Luego llegó Cannes. Con su segundo largo, el triunfo le cambió. La película se vendió en 60 países. «Fue como entrar en un mundo distinto, con más responsabilidades. Si empiezas tan pronto tan alto vas a tener que subir siempre más y más...  Aprendes que no es tan difícil hacer una película cuando nadie te conoce como cuando has generado expectativas. Dicen que el 50% de los directores solo hacen dos películas en su carrera», reflexionó el director.

El éxito le hizo cuestionarse muchas decisiones como autor,  preguntarse por qué hacía cada película. «Así empecé a definir mi propio estilo, que arranca de una constatación: obtengo mi inspiración a partir de la realidad, el cine es una interpretación de la propia vida. Quería hacer un cine que citara la propia realidad. Y en qué consiste ésta: en un continuo, que no tiene interrupciones, donde no hay montaje posible. Hay que vivir todos los momentos, también los más nefastos», reivindicó.

Una imagen de la clase magistral

Una imagen de la clase magistral

También decidió no utilizar música. Y posicionar la cámara como si mostrara un único punto de vista. «Los espectadores solo pueden saber lo que sabe el personaje. El cine es un lenguaje manipulador. Eso cambió la manera en la que ponía en escena las situaciones, la manera de escribir el guión. Quería que los espectadores experimentaran la ansiedad y el miedo de mis personajes, no solo que supieran qué les ocurre», señaló. 

Para lograrlo, explicó, trabaja en el set de rodaje el movimiento y el ritmo de la escena, realizando muchas tomas, buscando la credibilidad de la situación. «Siempre voy con un plan, aunque no siempre sale como esperas. Hay que estar abierto, tratar de experimentar, buscar cambios. No hay otra forma de decidir si algo es bueno o malo que hacerlo desde las tripas», reivindicó.

Mungiu instó a los futuros directores a definir, antes de iniciar cualquier proyecto, «qué valores quiere compartir, qué tipo de película quiere hacer». «Sin saber esto es imposible seguir adelante. Yo quiero hacer una instantánea de un momento de la realidad y hablar de la naturaleza humana, pero sin imponer mis conclusiones, solo mostrando el contexto en que los personajes adoptan sus decisiones», concedió el autor de Historias de la edad de oro .

Mungiu, en su intervención, remarcó su interés por «mostrar» más que por «comunicar». «Por eso mis películas son interpretables, como lo es la vida. Un película no es una tesis, no tiene que ser didáctica. Tengo mis personajes, sigo sus direcciones; son ambiguos, tienen contradicciones. Cuando termino un guión lo reviso para que no haya un personaje plenamente coherente, para que la película deje espacio para la ambigüedad. Si una película es interpretable de una única forma, eso no es bueno. El cine ha de ser más complejo de lo que se pueda expresar en palabras», defendió el cineasta, que dijo disfrutar mucho como espectador del cine de otros, de aquellas películas que él no sería capaz de hacer.

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