La editorial Páramo apela al ruralismo mágico para retratar y refundar lo despoblado
La editorial vallisoletana lanza ‘Mil y un años de vida y muerte en San Pelayo’, integrando historia, leyendas y anécdotas de un territorio que son muchos
‘El tiempo no avanza para quienes habitaron, permanece perpetuo como la resina alrededor del insecto. La tierra no es de quien la pisa ni de quien la detenta, sino que se es de una tierra, se pertenece a ella. Y uno se amalgama con quienes anteriormente allí moraron y quienes morarán...’, se advierte en los primeros compases del último lanzamiento de la editorial vallisoletana Páramo : Mil y un años de vida y muerte en San Pelayo . Una localidad, su historia, sus fantasmas y sus gentes, en la que se espejan tantas y tantos.
« Este libro, de alguna forma, quiere reivindicar el ruralismo mágico castellano, que surge de la necesidad de ‘repoblar’ una tierra que se ha quedado desierta , de la imposibilidad de que la gente crezca y se desarrolle aquí y se vea forzada a emigrar y morir en otros lugares», explica el responsable de la editorial, Javier Campelo .
Ese ruralismo mágico, advierte Campelo, resucita a los protagonistas de tiempos más gloriosos, a los exiliados también, y los convoca de regreso a un espacio y un tiempo que les permite convivir con los que aún permanecen en el territorio, con su memoria.
Así, por las páginas de Mil y un años de vida y muerte en San Pelayo , pasean don Juan Manuel, el comunero Padilla y hasta un sediento Charlton Heston convertido en Cid Campeador. También los emigrantes Avelino y María, que un triste día del 57 partieron buscando en los Altos Hornos de Vizcaya lo que el campo les negaba, dejando en el camposanto de San Pelayo el cuerpo infantil de su primogénita, condenada por una neumonía. No falta, tampoco, un viajero sabio dispuesto a compartir su erudición consciente de que ‘las cosas no son únicamente útiles, sino testigos, posdatas y recuerdos con indudable valor’.
«Recuperamos leyendas, como la típica Mora de la fuente, que es prerromana. Y capítulos de la historia como la Reconquista que nos dan pie para imaginar lo que pudo ocurrir allí. Y pequeñas anécdotas reales», señala Campelo en declaraciones a este diario, y que cita El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez como un referente –en otras latitudes– por su manera de poner en juego con la realidad los elementos legendarios de la zona.
El libro es fruto, también, de la confluencia de muchas plumas: la de Campelo, la del periodista Joaquín Robledo, la de la alcaldesa Virginia Hernández o la del historiador Raúl Álvarez, por ejemplo. Sin olvidar la aportación del escritor Jesús Anta, cuya voz resuena entre las líneas.
Todos ellos contribuyeron a que el volumen, que empezó a gestarse hace varios años como «un libro al uso sobre un territorio concreto», empezara luego a transitar por los terrenos de la fantasía y de la imaginación. «Influyó el realismo mágico americano. Decidimos en un momento que este territorio, San Pelayo, podía ser refundado en nuestra mente como un lugar sacado de Pedro Páramo o de Cien años de soledad a la castellana », resume Campelo.