Diario de Valladolid

Un medievalista apunta un nuevo origen para el topónimo de Valladolid

Frente al ‘Balad Walid’ de Palacios o el ‘Vallis Tolitum’ de Duque, el historiador Pérez Marinas señala ‘Baldat Ulit’ en un reciente estudio

Mapa de Valladolid del ‘Civitates Orbis Terrarum’ de Georg Braun y Frans Hogenberg.

Mapa de Valladolid del ‘Civitates Orbis Terrarum’ de Georg Braun y Frans Hogenberg.

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El doctor en Estudios Medievales Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid Iván Pérez Marinas (1986), autor de la tesis doctoral Tierra de nadie. Sociedad y poblamiento entre el Duero y el Sistema Central (siglos VIII-XI) , acaba de publicar en la revista especializada Medievalismo la investigación Baldat Ulit: el origen de Valladolid a través de su topónimo .

En la publicación, promovida por la Sociedad Española de Estudios Medievales con el respaldo de la Universidad de Murcia, y a lo largo de casi medio centenar de páginas, Pérez Marinas «resuelve los cabos sueltos» de las principales propuestas que hasta ahora se aceptaban en torno al origen del nombre de Valladolid , la del arabista Asín Palacios – Balad Walid (País de Walid)– y la del latinista Montenegro Duque – Vallis Tolitum (Valle de las aguas)–. 

Basándose en la documentación, en las normas de evolución fonética en las lenguas iberorromances y en el contexto histórico, material y cultural de Valladolid, a juicio del historiador madrileño el topónimo surgió de la unión de dos palabras árabes : por un lado, baldat , que significa ‘villa’ o ‘población de cierta entidad’, y, por otro lado, Ulit , la forma romance del nombre de persona Walid.

Analizando documentos –de los siglos XI y XII, «los  más  antiguos  conservados  con  menciones  a  Valladolid»– procedentes de la colegiata de Santa María de Valladolid, del Archivo General de Simancas, de la  catedral  de  Palencia, o de monasterios como los de San Benito de Sahagún, Santa María la Real de Aguilar de Campoo o Santa María de Retuerta, Pérez Marinas señala que los topónimos en ellos contenidos «son evoluciones fonéticas de una misma palabra árabe», la citada baldat . «Esta palabra significa ‘villa’, en el sentido de un núcleo de población intermedio entre un pueblo y una aldea», sostiene para reconocer que, «al menos en parte de la población, el significado original de ‘la villa’ se  olvidara  a  partir  del  siglo  XI  a  causa  de  la  implantación  de  la  cultura  latina  de  los  territorios septentrionales hispánicos frente a la cultura árabe andalusí. Esto explicaría la mencionada confusión con un valle propiamente dicho y su latinización en vallis ».

En cuanto a su inclinación por Ulit , forma romance del árabe Walid , el investigador advierte que este «antropónimo  romance,  ya  evolucionado  a  Olit ,  junto  con  su  variante Oliti , aparece en documentos de los siglos IX-XI de territorios bajo dominio cristiano». «La gran duda es quién fue este Walid», se cuestiona el medievalista, que recuerda la «existencia de leyendas sobre un ‘moro’ Walid en la ciudad del Pisuerga», así como la existencia de una inscripción latina que rezaba Ulit oppidi conditor (Walid, fundador de esta ciudad) en un desaparecido rollo de piedra en honor a Pedro  Ansúrez –dibujado por Ventura Pérez en el XVII–. 

Respecto a las hipótesis precedentes, según recuerda Pérez Marinas en su estudio, Palacios, recogiendo postulados de Juan Ortega y Rubio, señalaba en su estudio Contribución a la toponimia árabe de España que ya el visir granadino Ibn al-Jatib (siglo XIV) hablaba en una de sus obras de Balad Walid, mencionando incluso su cercanía a Simancas. « Palacios se equivoca al traducir balad como ‘pueblo’. Resulta que ‘pueblo’ en árabe es qarya , palabra que por otra parte en nuestra lengua ha derivado  en  alquería,  mientras  que  balad significa ‘país’ o ‘región’, lo  cual  no tiene sentido para denominar a un núcleo de población», apunta Pérez Marinas.

En cuanto a la tesis de Montenegro Duque, el investigador recuerda que el latinista defendía que, cuando se fundó Valladolid entre los siglos VIII y XI, aún pervivía  junto  a  otras  poblaciones  un  sustrato  de  población  celta  que  fue  romanizada  y  cristianizada por estas fechas. «Estas gentes darían un nombre mixto latino y céltico a este nuevo asentamiento, y así Valladolid resultaría de la fusión de vallis y tolitum y, por tanto, Vallistolitum , cuyo significado sería Valle de las aguas. Por un lado, vallis significaría ‘valle’, como es obvio. Por su parte, tolitum se  conformaría  de  una  raíz  céltica,   tol- ,  y  del sufijo latino -etum », señala un Pérez Marinas que cuestiona «la posibilidad de que pervivieran sustratos de población celta en una fase tan avanzada de la historia del valle del Duero» , según recoge en su estudio .

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