Diario de Valladolid

Julio Falagán acecha a la masa en ‘Huye, corre, escóndete’

El vallisoletano interviene en la Galería Javier Silva escenas de caza ajenas para mostrar a un individuo acorralado por un colectivo voraz

Julio Falagán posa con un rifle de juguete que forma parte de su intervención.

Julio Falagán posa con un rifle de juguete que forma parte de su intervención.

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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Irónico como siempre, mordaz, agudo, irreverente... Julio Falagán (Valladolid, 1979) despide el año en la Galería Javier Silva arrancando una sonrisa al espectador; una sonrisa que se vuelve mueca amarga cuando la estampa atraviesa la retina para reposar en la mente de quien la contempla. En Huye, corre, escóndete , el artista despliega una compilación de trabajos realizados durante la pandemia en los que, a su manera, muestra al individuo acosado por la masa, zarandeado, acorralado; un individuo despojado de esperanza en un mundo fragmentado , abandonado en un escenario casi apocalíptico.

Como suele, Falagán se sirve de retazos encontrados aquí y allá –Lituania, Argentina, Austria o Senegal– para componer sus obras: acude a esas escenas de caza propias de la cultura popular para intervenir sobre ellas. En Huye, corre, escóndete , estimado lector, nos persiguen como a venados, nos cazan como si fuéramos aves, nos acorralan como a conejos.

En Huye, corre, escóndete , Falagán interviene cerca de una veintena de láminas –idénticas– en las que grandes máquinas arrasan con la naturaleza, en las que una presencia diabólica se aparece para reclamar nuestra alma, en las que los hombres intercambian golpes sin sentido cuando no yacen heridos a la espera de una ayuda que no parece llegar. Caen aviones accidentados y hasta llueven espadas en unos trabajos que evocan propuestas anteriores del vallisoletano, como Un paso más y estás muerto o El día de la hecatombe . 

Dispara Falagán. ‘No hay alternativa’, se puede leer en una intervención realizada por el artista en una de las paredes de la galería. Los ojos se posan en unas manos suplicantes -o quizá, para nuestro desconsuelo, que aplauden la cacería-. Cerca, un hombre vandaliza una estampa piadosa escribiendo con una brocha ‘La gente buena nunca gana’. Un volcán entra en erupción. Y un hombre parece querer rebelarse ante la fatalidad pintándole una sonrisa a la puesta de sol . Fogonazos.

Si hace unos años Falagán creaba una serie trabajando exclusivamente con retazos de cielo de paisajes ajenos, que remendaba para componer unos horizontes incompletos, inquietantes, ahora cose o clavetea diferentes paisajes. Y los completa o expande añadiéndoles carga pictórica. El marco del bastidor es un límite que Falagán no está dispuesto a respetar, que queda reducido a una presencia testimonial. Siempre permeable a cualquier manifestación de la cultura popular, como el cómic, Falagán lleva a la pared diferentes planos narrativos, se sirve del collage –llega a insertar pequeños cuadros– para extender su relato , para ampliar detalles haciendo un singular zoom .

No huyan de esta exposición.

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