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Cuadrado Lomas, línea y color para reinterpretar la esencia castellana

Con la muerte del vallisoletano, el arte de la Comunidad pierde a uno de sus grandes pensadores

Félix Cuadrado Lomas en su domicilio de Simancas, en 2018. JOSÉ C. CASTILLO - PHOTOGENIC

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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«No he dado grandes bandazos ni de estilo ni casi de técnica. He seguido mi camino sin tener en cuenta las modas», reflexionaba hace siete años con motivo de una exposición retrospectiva en la sala de Las Francesas. Y la frase resumía el carácter insobornable de un creador que no se plegó más que a los propios mandamientos de su reflexiva obra, a una defensa del paisajismo que le hacía continuador de otros maestros vallisoletanos como Aurelio García Lesmes o Manuel Mucientes. La línea, la forma y el color como principales pilares de su pintura, sobre los que hacía descansar luego valores como la perspectiva, el equilibrio y la composición. Con la muerte, este miércoles, de Félix Cuadrado Lomas (1930-2021) se seca el último pincel del Grupo Simancas, y el paisaje castellano pierde a uno de sus últimos pensadores.

«Cuadrado es un artista con mentalidad de razón, de pensamiento, de concepto», advertía la recordada Teresa Ortega Coca, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, en el marco de la retrospectiva que el Museo Patio Herreriano le dedicó a Cuadrado Lomas, Gabino Gaona, Domingo Criado, Jacobo y Francisco Sabadell, componentes todos ellos del Grupo Simancas. «Tuvo siempre y sigue teniendo un estilo de índole más bien constructivista. Es un artista de boceto previo, con pensamiento preconcebido, sígnico », abundó la historiadora del arte.

En 1957, Cuadrado Lomas mostraba sus primeros óleos en la Casa de Galicia de Valladolid, de carácter impresionista. Entonces, el pintor, que renunció hace unos años al Premio Castilla y León de las Artes, apenas conseguía vender su obra –«Pasé mucho tiempo de mi vida sin vender ni un cuadro, no sacabas ni para beber un porrón de vino. He estado como de vagabundo», recordaba recientemente en el documental que le dedicó Arturo Dueñas, Tierras construidas –. 

Aprendió su arte en la Escuela de Artes y Oficios. Y lo desarrolló plantando el caballete por rincones de la provincia, o en Extremadura, Andalucía y Portugal. En la tertulia de la Librería Relieve fue fortaleciendo los lazos artísticos, ideológicos –republicanos– y de amistad que fraguaron en el Grupo. 

Nunca hizo pasillos y siempre renegó de la abstracción, tras la que muchos, decía recordando a algunos prebostes, escondían su poco arte, su escaso dominio del dibujo, del oficio.

Cuadrado Lomas dejó su inconfundible trazo en provocativos desnudos, bodegones, tauromaquias, palomares, bueyes y mulas, barcas de Nazaré –símbolos estos tres del esfuerzo del hombre, casi siempre ausente en sus estampas despobladas– y, siempre, en el campo castellano zigzagueante, cuarteado, dividido en planos cromáticos y geométricos que parecían trazados por el sol.

Cuadrado Lomas partía de la realidad para interpretarla, para extraer su esencia . «Con él habría que contar siempre cuando se trate de seleccionar a los mejores intérpretes de estos llanos y de estos pueblos, acobardados bajo el sol», apuntó en 1970 Antonio Corral Castanedo, en las páginas del diario decano. Sea.

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