Diario de Valladolid

NURIA ESPERT

«Volver a Lorca es como llegar a casa»

La gran dama de la escena española regresa este fin de semana al teatro Calderón bajo la dirección de Lluís Pasqual y prestando su voz, su cuerpo y sus gestos a los textos y pensamientos que Federico García Lorca plasmó en ‘Romancero Gitano’

La actriz catalana, Nuria Espert.-

La actriz catalana, Nuria Espert.-

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Ana de la Fuente

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Cuando Nuria Espert (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1935) recibió en 2016 el Premio Princesa de Asturias de las Artes, la actriz eligió interpretar ante el atril un fragmento de Doña Rosita la soltera. Todo el Teatro Campoamor enmudeció durante esos instantes. Dos años después, en verano de 2018, le comunicaron que le habían concedido el Premio Especial de Europa de Teatro. Pensó entonces en el Romancero gitano para brindar un pequeño recital en la ceremonia de entrega que se celebraría en SanPetersburgo en noviembre de ese mismo año. Era su particular manera de reivindicar su vínculo con Federico García Lorca, un autor fundamental en su trayectoria. Esos pequeños versos del Romancero gitano concebidos en principio como una pequeña muestra poética de veinte minutos para agradecer el premio, han acabado por convertirse en un recital de una hora de duración. Un nuevo desafío que la gran dama de la escena afronta a sus 84 años bajo la dirección de Lluís Pasqual. Romancero gitano llega al teatro Calderón este sábado a las 20,30 horas y el domingo, día 24, a las 19,30 horas.

Pregunta.– El pasado fin de semana Laia Marull se subía a las tablas del teatro Zorrilla para meterse en la piel de Mariana Pineda. Este fin de semana es usted la que llega al teatro Calderón con el primer gran libro donde Federico García Lorca se descubre y se reconoce como poeta. Parece que las balas que acabaron con él no pudieron acabar con su obra. ¿Siente que después de todos estos años Lorca está más vivo que nunca?

Respuesta.– Lorca es un tesoro, un grandísimo autor que no se termina nunca y al que toda la profesión quiere acercarse. Es como si entre todos le estuviéramos haciendo un enorme homenaje. Laia Marull es una actriz extraodinaria y estará maravillosa con esta obra que no es de las más conocidas de Lorca pero que estoy convencida de que se va a convertir en uno de los grandes éxitos del teatro de este año.

P.– Lorca le ha acompañado durante buena parte de su vida. Ha interpretado a muchas de sus heroínas en Yerma, Doña Rosita la soltera, Bodas de Sangre... ¿Qué siente al volver a encontrarse con las palabras de Lorca?

R.– Volver a Lorca es como llegar a casa. Al reencontrarte con estos textos te das cuenta de que creías que sabían muchas cosas y no es así. Siempre descubres algo que no habías visto antes. Hay miles de facetas de su talento en las que no te habías detenido y el descubrirlo me produce una emoción enorme. Cuando te acercas a un poema, no sólo es para leerlo, sino para vivirlo sobre el escenario como si fuera una verdadera obra de teatro aunque corta de duración. Lorca ha sido un puntal absolutamente extraordinario en mi carrera y también ha marcado mi vida. Yo lo recito desde niña.

P.– ¿Y cómo entró Lorca en su vida?

R.– Precisamente eso lo cuento en el espectáculo. En Romancero gitano explico cómo mi padre me puso en contacto con el primer poema que recité. Contar cómo se fraguó este amor y esta complicidad es parte del espectáculo. Pero eso lo contaré este fin de semana en el teatro Calderón (risas).

P.– ¿Existe mucha diferencia entre recitar sus poemas y meterse en la piel de sus personajes?

R.– No tanta, la verdad. En este recital, cada poema se convierte en una pieza de microteatro, en una historia que cuentas en tres, cinco, o seis minutos. En Yerma lo haces en dos horas pero los sentimientos no cambian ni tampoco las historias que, en ambos casos, son grandiosas.

P.– Margarita Xirgu fue la actriz de Lorca, ¿hoy lo sería usted?

R.– ¡Qué mas quisiera yo! ¡Ojalá!... Margarita fue mucho más que una actriz para Federico. Estrenó Mariana Pineda con su compañía y no fue un éxito inmediato, después montóYerma que sí lo fue. Fue la persona que le dio a conocer, quien le descubrió. Fue una gran mujer de teatro y también una mujer valiente, tenaz y un ejemplo en cuanto a comportamiento político y moral.

P.– Publicado en 1928, el Romancero gitano posee una gran riqueza de símbolos que aluden a la vida, a la muerte, a la pasión o a la violencia. Lorca decía que era un libro antipintoresco, antifolclórico y antiflamenco, aunque algunos gitanos pusieron en duda que se adentrara en la raíz de sus estigmas considerando que no profundizó realmente en los problemas de su pueblo...

R.– Lorca reflejó, no digamos ya en el Romancero, sino en cada uno de los poemas, en cada uno de los versos, el alma de Andalucía y de los gitanos. Le da a ese pueblo, a esa raza maravillosa, unos motivos de orgullo plasmando como nadie de dónde vienen, de dónde son, cómo son, sus sentimientos, sus sufrimientos o sus alegrías. Esta obra es el alma profunda y verdadera de ese pueblo.

P.– El germen de este espectáculo arranca tras la concesión del Premio Especial Europa de Teatro. Lo que empezó siendo una muestra poética que en principio iba a durar veinte minutos se ha convertido en un recital de una hora...

R.– Sí. Ese fue el primer impulso pero después la exigencia fue convirtiéndolo en algo mas complejo, más largo, mas teatral, más bello. Federico y su palabra se impusieron y empezó a crecer y a crecer porque no podíamos dejar fuera este poema, ni este otro, ni ese comentario, ni estos versos, ni aquéllos... Cuando nos dimos cuenta teníamos más de una hora (risas). El Romancero gitano abre una puerta para que por ella pase cada vez más gente.

P.– Quizá abre la puerta en un momento en que Lorca es más necesario que nunca ya que la cultura parece que está en un segundo plano...

R.– ¿En un segundo plano? Está en un quinto o un sexto plano... Ahora desde los sillones del poder se habla de todo pero la palabra cultura no se pronuncia nunca. Parece que no pinta nada en esta sociedad.

P.– El Premio Europa de Teatro le fue concedido por su trayectoria en el campo de la interpretación y en la dirección pero también por su defensa de las libertades. ¿Le cuesta desligar el ejercicio de su profesión de su compromiso cívico?

R.– Siempre digo que el teatro es mi vida pero en mi vida también hay más cosas. Cuando era muy jovencita, con apenas quince o veinte años, yo decía que mi profesión era una cosa y mi vida era otra. Pero con el paso del tiempo todo cambia y la vida es un todo.

P.– Esta obra es un doble reencuentro ya que junto a las palabras de Lorca vuelve a colaborar con Lluís Pasqual. ¿Cómo ha sido ese reencuentro?

R.– Maravilloso. Luis siente el mismo amor por Lorca que yo. No digo más que yo porque creo que no se puede amar más. Lluís es el mejor conocedor de Lorca. Estudia, desmenuza y profundiza en todos sus textos. Ambos nos entendemos muy bien, queremos las mismas cosas para Lorca y tenemos los mismos deseos para el teatro.

P.– Dice Lluís Pasqual que a Lorca le gustaba leer o decir sus poemas en público, ante sus amigos, porque necesitaba sentir el efecto que producía en los demás su poesía. ¿Usted que efecto nota en el público cuando sube a un escenario y recita sus versos?

R.– Los amigos íntimos de Federico cuentan que era siempre el más brillante del grupo, pero que también podía ser el más tímido, el más temeroso, y que cuando leía en público estaba muerto de miedo, pero disimulaba para dar a los poemas la luz que el creía tenían que tener. Para él recitar sus versos era un placer y un martirio y eso es para mí hacer el Romancero Gitano, un placer y un martirio al tratar de dar la luz que cada poema necesita.

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