Diario de Valladolid

Cristina Toledo pinta lo sugerido en lo oculto

La canaria presenta su tercera propuesta en el espacio vallisoletano, jugando con los códigos olvidados de imágenes evocadoras y misteriosas

Cristina Toledo junto a una de sus ‘tapadas limeñas’, en la Galería Javier Silva.-PABLO REQUEJO - PHOTOGENIC

Cristina Toledo junto a una de sus ‘tapadas limeñas’, en la Galería Javier Silva.-PABLO REQUEJO - PHOTOGENIC

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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Tras asomarse a la vida cotidiana en tiempos de conflicto (Un acto de fe, 2015) y mostrar las consecuencias de someterse a los tiránicos cánones de belleza imperantes (Sacrifice, 2017), Cristina Toledo regresa a la Galería Javier Silva con otra serie pictórica en la que, como en las anteriores propuestas, partiendo de fotografías decimonónicas nos habla de un presente que parece su antítesis. En una época de hiperexposición pública como la actual, en la que casi todo se agota en una mirada y en la que casi todos quieren observar y ser observados, la artista abraza lo contrario, lo que se esconde a la vista.

Cristina Toledo (Las Palmas de Gran Canaria, 1986) inauguró ayer en el espacio de la calle Renedo Lo que se oculta, con algunos trabajos que pudieron verse a finales del año pasado en el DA2 de Salamanca, reunidos en Una historia victoriana, y con media docena de óleos realizados para la ocasión.

Todo empezó cuando la artista encontró en internet una vieja foto de tres damas ocultando sus rostros, bien con la mano, bien con sendas cartas. Toledo llevó la estampa al lienzo en Mourning (lamento), un óleo que en esta ocasión no se presenta. «Descubrí que era una forma de mostrar el luto», explicó la autora antes de la inauguración, aportando al espectador unos códigos hoy desaparecidos, desconocidos, que iluminan una escena que permanecería ambigua y sugerente de seguir en las sombras sin esa clave.

Eso ocurre con parte de las obras reunidas por Toledo en la galería: tres hombres, cogidos de los brazos, que se muestran de espaldas;una mujer de la que sólo se deja entrever su hombro desnudo, elegantemente peinada; mujeres que ocultan casi todo su rostro con sobrios tocados; una joven cubierta por un velo en actitud sicalíptica... ¿Por qué alguien querría mostrarse cubierto en aquel entonces, cuando la fotografía, con un lenguaje aún muy cercano a lo pictórico, aspiraba a ser un medio que ‘democratizara’ el retrato? ¿Por qué quien adorna su cabello con una crespina, coqueta, taparía casi todo el rostro con la mano?

«A algunas de estas mujeres se las conocía como las ‘tocadas limeñas’. No se ocultaban por pudor, estaban realizando un juego de seducción», advirtió la artista antes de explicar el porqué de que la mayoría de las retratadas fuesen mujeres: «La mujer no sólo representaba un modelo clásico de belleza, sino que, en ciertas épocas, eran sus cuerpos los que debían ser escondidos siguiendo los cánones sociales», matizó Toledo, decidida a mostrar cómo nos hemos relacionado a través del cuerpo, desde lo visible y desde lo ocultado. «Partir de imágenes antiguas, atemporales, invita a hacer más lecturas», celebró.

Ocurre con Health and beauty hints, el óleo que sirve de puente entre Una historia victoriana y Lo que se oculta: lo que inicialmente fue concebido como consejo de belleza torna, fuera de su contexto inicial, en el retrato de una joven que parece a punto de entrar en trance, como si de una vidente se tratara. ¿Cuál sería la intención de esa ‘madre oculta’ que desaparece bajo una tela oscura en el momento de retratar a su niña? ¿Por qué posaría de lado el niño con su martillo, ocultando la mitad de su rostro? ¿Cuánto había de intención estética, y cuánto de juego entre el retratado y el fotógrafo?

En las múltiples preguntas que surgen –que dicen mucho del retratado y del observador–, en las historias que caben en cada estampa, está la riqueza de cada obra pintada por Toledo, que modifica fondos y ajusta luces en sus lienzos con el fin de potenciar la imagen y centrar la atención. Hasta el 10 de junio.

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