Un Pablo Ransa ‘teatral’ retrata vidas troceadas
El artista, con pinturas sobre superficies tridimensionales, juega con el misterio en cada individuo
Son, en palabras del propio autor, «pequeñas obras rotas, vidas pequeñas construidas a lo largo del tiempo, formando estructuras visibles de máscaras, ensambladas para estar entre las bambalinas de un teatro y sobrevivir». Jóvenes de mirada perdida que se asoman a un futuro roto; pequeños que buscan protección en brazos de su madre; caras que suplican; figuras embozadas o cubiertas; bellezas desfiguradas como, quizá, visiones de un mal presagio... Todos rostros. Rotos todos.
La sala de exposiciones del Teatro Zorrilla exhibe desde ayer pinturas y collages de Pablo Ransa (Valladolid, 1952), cuando se celebran 45 años de su primera exposición individual en la Galería El Caballo de Troya, y cuatro después de su última muestra en la ciudad, cuando reunió Paraísos perdidos en la Galería La Maleta.
«Siempre me ha interesado lo que hay detrás de cada figura retratada», reconoció Ransa durante la inauguración de una propuesta diferente a lo que se acostumbra a ver. Y lo que hay detrás es el «misterio» que se esconde con cada expresión, con cada una de las arrugas, con cada mirada, apuntó el creador acompañado por la Diputada de Cultura Inmaculada Toledano.
Ransa abandona la superficie plana tradicional para abrazar la tridimensionalidad con sus pinturas. Crea sus propias tramoyas, sus propios espacios teatrales sobre los que desplegar sus evocaciones de vida: ensambla pedazos de madera que crean ángulos abruptos y profundas oquedades, que conforman una suerte de despojo como extraído de un lugar en ruina –el creador trabaja el volumen, lo entela, lo empasta, lo raspa o lo cincela creando retículas que recuerdan piezas industriales–, añadiendo un punto de dureza a cada obra.
«Todos nosotros estamos rotos y ensamblados. Todos, en ocasiones, hemos sido troceados por la tristeza para luego tener que reconstruirnos», proclamó el responsable de Rotos.
Cuando el espectador renuncia a la centralidad en la contemplación de las obras, cuando se asoma a cada pieza desde diferentes ángulos, descubre una nueva dimensión en cada retrato: la mirada directa y limpia se vuelve ambigua e inquietante cuando se observa desde un lateral.
Rotos permanecerá en la sala de exposiciones del Teatro Zorrilla de Valladolid hasta el próximo 3 de febrero.