Diario de Valladolid

XI OLMEDO CLÁSICO

La mujer que tomó la pluma en tiempos prohibidos

La pieza se centra en reflejar la figura de Teresa de Jesús como persona y escritora antes que santa

Una de las escenas de ‘Teresa, miserere gozoso’.-TEATRO CORSARIO

Una de las escenas de ‘Teresa, miserere gozoso’.-TEATRO CORSARIO

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SARA DEL CASTILLO
Valladolid

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Ortodoxa, literata y mujer. Conoció la censura, se deleitó con libros de caballería y defendió el axioma de San Agustín de Hipona que dice que «solo el que piensa cree». Y pensar no era algo que las mujeres pudieran hacer en el siglo XVI. Y tampoco escribir ni leer ni contradecir a la Iglesia. Sin embargo, Teresa de Jesús lo hizo, superando el monolitismo y jerarquización que reinaba en la sociedad.

La compañía Corsario lleva la obra Teresa, miserere gozoso al XI Festival de Teatro Clásico de Olmedo. Bajo el texto y la dirección de Luis Miguel García, la pieza se presenta esta noche a las 22.30 horas en la Corrala Palacio Caballero. Rosa Manzano da vida a Teresa de Ávila, encabezando un elenco que se completa con Julio Lázaro, Cristina Calleja, Pilar San José, Jesús Peña y Consuelo Bravo como cantante.

La pieza, que contextualiza la representación en la época actual, no ahonda en su figura como santa sino como persona, como mística y guerrera, autora de frases como «el mundo nos tiene acorraladas» o «dejen a las mujeres y a los que no tienen luz acceder a lo espiritual». Precisamente sobre esta última cita, Rosa Manzano dice que «desgraciadamente, no todas las mujeres pueden mostrar esa luz» y recalca cómo Teresa se metió en un convento «para sentirse libre».

Su labor espiritual no se desarrolló por vocación, pero los tiempos que vivió solo le daban dos opciones, y el matrimonio, como apunta Manzano, «no le parecía una buena idea; pensaba que robaba el alma». A pesar de ser «enemiguísima de ser monja», como escribe en El libro de la vida, las visiones experimentales llegaron y, ya en la madurez, desarrolló una intensa actividad que solo se detuvo con su muerte, en 1582.

Pero en la obra que presenta Luis Miguel García no interesa su misticismo sino su labor como escritora, y es que, como el director señala: «En aquella sociedad, que una mujer escribiera era, de por sí, una audacia». Conoció bien la censura. No publicó ninguna de sus obras en vida, puesto que la Inquisición vigilaba muy de cerca sus escritos por si "corrompían" Europa. Se pisaba un escenario de conflicto entre católicos y protestantes, una lucha en nombre de la religión que, inevitablemente, remite al tiempo presente. «No es algo de ahora, es algo que se ha hecho toda la vida. En el tiempo de Teresa era la Inquisición. Ella se revolvería en estos tiempos», sentencia Manzano.

Valiente y justa, así presenta la pieza de García a santa Teresa. «Mejor solo Teresa», corrige la intérprete.

La representación recoge la humildad de una mujer que «quería que todos fueran tratados iguales», apunta Rosa Manzano. El Teatro Corsario trae a Olmedo una obra que «reinvindica el papel de la mujer en todos los sentidos», según la protagonista, que señala lo divertido del montaje, pese a que pueda parecer algo anticuado. Al fin y al cabo, los clásicos nunca mueren.

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