EXPLOSIÓN CALLE GOYA
La vida vuelve a la calle Goya de Valladolid: «Todo lo que ha pasado no lo compensa nada»
Más de dos años después de la explosión de gas cuatro vecinos vuelven a sus casas y otros cuatro tienen previsto volver antes de fin de año

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
En el corazón del barrio La Farola, a pocos metros de donde ocurrió la tragedia aquel 1 de agosto de 2023, se erige un pequeño cartel, en forma de callejero, que ha servido de guía para los vecinos del número 32 de la calle Goya que vieron como sus vidas cambiaban de un día para otro. Esta pequeña vía hace esquina con el Camino de la Esperanza, una pequeña metáfora del Vía Crucis que han vivido los afectados que han seguido ese camino marcado por la esperanza para volver a sus casas. Dos años y dos meses después la vida vuelve a la calle Goya.
Tras esta larga pesadilla, los primeros moradores vuelven a la que una vez fue su casa. El primer vecino regresó en septiembre, pero el edificio no estaba todavía preparado. Era demasiado pronto. Aún presentaba problemas con el ascensor, las bajantes y otras cuestiones. Ahora, ya hay cuatro personas viviendo entre los muros que hace dos años quedaron derruidos y calcinados.
Valladolid
Nueva sede de la ONCE en Valladolid: "Una casa de la ilusión"
Diario de Valladolid | El Mundo
Un lapso de tiempo que para los inquilinos ha sido demasiado: «Ha sido muy complicado, muy largo, muy laborioso, muchos esfuerzos y muchos problemas. Bueno, al final ha salido medio bien, pero los dos años hay que pasarlo», explica el presidente de la comunidad de vecinos, Alberto Solís. «Pese a que el final sea feliz, los dos años que nos hemos pegado de lucha para que todo esto saliera adelante...», recuerda frente al inmueble ya rehabilitado y que deja en un mal recuerdo la fatídica explosión de hace dos años que se llevó por delante la vida de Teresa Bergondo, la propietaria del primero C, donde se produjo la deflagración.
«Yo lo pondría peor que él, yo ni medio bien. Fatal. Esa es la realidad, hemos estado solos para todo. Cuando pasa una desgracia como esta tendría que haber algún mecanismo para que te echaran una mano. No hecho la culpa a nadie, pero alguien o algo, un organismo que te dijera por lo menos que pasos tienes que hacer y por dónde tienes que tirar», apunta Montse Sáez tras escuchar a Alberto. Ambos se han encontrado en la misma situación, no viven en el inmueble, pero sí lo hacen sus madres. Dos personas mayores a las que todo el proceso de rehabilitación, de contacto con los seguros y muchas otras gestiones les venía demasiado grande. Ante ello decidieron devolverles a sus madres sus casas y no han parado hasta lograrlo. Apuntan que «la mayoría de los vecinos son personas mayores» y ante el temor de que «se queden en la calle», decidieron tomar las riendas para rehabilitar el edificio.
Una vez que lo peor ya ha pasado y ya han recorrido buena parte de ese camino de la esperanza, ambos afirman sentir «alivio». «De estar ahora a como estaba, como del día a la noche», compara Montse mientras mira el número 32 de la calle Goya y recuerda la evolución que ha vivido desde entonces. «En el fondo nada va a ser como antes porque a pesar de que las casas estén nuevas, ya es diferente. Todo lo que ha pasado no lo compensa nada», lamenta mientras agacha la cabeza y un sinfín de recuerdos se le agolpan en la cabeza. Han sido muchas llamadas, muchos días pegados al teléfono, lamentos, enfados, con un único objetivo: conseguir que sus madres pudieran volver a su casa de toda la vida.
Pese a todos los problemas que han atravesado, algunos vecinos decidieron vender su piso, la vida vuelve a Goya 32. Ya hay cuatro personas viviendo y el objetivo es que antes de fin de año puedan sumarse más inquilinos: «Faltan remates, pero ya se puede vivir. Hay algunas viviendas que están terminadas y otras están bastante avanzadas. El objetivo es que al final de año esté todo el que quiera ya pueda vivir», explica el presidente de la comunidad. Los residentes que ya han regresado viven con normalidad en sus viviendas aunque en alguno de los 20 pisos las obras continúan y en las zonas comunes todavía hay desperfectos como suciedad, remates en escaleras o techos. Once viviendas han sido o están siendo reformadas por la empresa Los Ángeles, mientras que otros vecinos han decidido emprender otro camino.
Un largo proceso en el que denuncian haberse sentido «solos»: «Los propios vecinos tuvimos que bajar todos los muebles en muchos casos destrozados, quemados, para que viniera el Ayuntamiento con un camión, ni siquiera fueron capaces de poner el servicio de limpieza a nuestra disposición para eso», lamenta el presidente.
De igual manera, Alberto y Montse denuncian la falta de ayuda que han recibido: «Hemos estado completamente solo tanto a nivel de Ayuntamiento como a nivel de la Junta de Castilla y León, a nivel de todas las instituciones que podían ayudar». Una crítica de la que salvan al concejal de Personas Mayores, Familia y Servicios Sociales, Rodrigo Nieto, con quien han mantenido diversas reuniones «para el tema de impuestos» «Se nos ha cobrado el IBI, se nos han cobrado otros impuestos, entonces al no estar viviendo aquí, lo lógico es que no se pagaran». «Sé que ha hecho muchos intentos por ayudarnos, pero económicamente cero euros, muy poco, muy poco, muy lento, muy lento. La devolución de algún impuesto y poco más».

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión
El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión

El número 32 de calle Goya dos años después de la explosión