Diario de Valladolid

Condenan a un vallisoletano a 21 años de cárcel por asesinar a su camello a cuchilladas

El acusado, maquinista de Renfe, acaba de apelar la sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de de Galicia, donde se produjo el crimen / «No pudo hacerlo porque no entró en casa de la víctima», señala su abogado

Miguel Ángel A.P. a la izquierda con mascarilla, en una de las sesiones del juicio con jurado. E. PRESS

Miguel Ángel A.P. a la izquierda con mascarilla, en una de las sesiones del juicio con jurado. E. PRESS

Publicado por
Íñigo Arrúe
Valladolid

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Un vallisoletano de 60 años espera en estos días de Navidad interno en el centro penitenciario de Teixeiro (A Coruña) que prospere su apelación a la condena de 21 años de prisión que le impuso en verano la Audiencia Provincial de A Coruña por asesinar de 19 cuchilladas a su camello , según  consideró acreditado el jurado. La ‘carta’ que juega no es limar años de pena con aplicación de atenuantes, cuestionando hechos considerados probados por el jurado o tumbando agravantes (le aplicaron alevosía y ensañamiento). Directamente niega la mayor . El condenado, Miguel Ángel A.P. sostiene que no mató a la víctima. Que ni siquiera entró en el domicilio de ésta, sito en el coruñés barrio de Las Flores. 

La vista de apelación se celebró el pasado 9 de diciembre en el TSJ de Galicia y la resolución puede conocerse en cualquier momento. 

A lo largo de un juicio que se prolongó durante una semana con gran repercusión mediática, el Fiscal describió al vallisoletano como un trabajador que  disponía de ingresos regulares . Miguel Ángel, nacido en Valladolid en 1963, inició su relación con el mundo ferroviario cuando cumplía el servicio militar entre los años 1983 y 1984 como soldado voluntario en prácticas de Renfe, concretamente en las especialidades de Tracción y de Movimiento. 

En el momento de los hechos, septiembre de 2021, trabajaba como maquinista de Renfe en A Coruña pero malgastaba su sueldo en su adicción a la cocaína , de manera que su situación económica era «angustiosa», según consideró probado el jurado.  No debía dinero solo a la víctima (más de 3.000 euros) sino también a otros particulares, distintas empresas de crédito, comerciales y suministros. 

Ahogado en las deudas, según el jurado, decidió matar a su camello Francisco Javier L.F. para evitar que le reclamara el dinero .  Era el 23  de septiembre de 2021. El encausado concertó una cita con Francisco Javier , a quien conocía desde hacía años, A  las 10.31 horas del 23 de septiembre del 2021, la víctima telefoneó al encausado y mantuvo con él una conversación de escasos segundos. Media hora después, el investigado envió un mensaje a Francisco Javier en el que le decía «salgo para ahí».

Minutos más tarde se desplazó hacia el domicilio de Francisco Javier en coche y apagó su teléfono móvil haciendo imposible con ello su geolocalización. Sobre las 11.26 horas estacionó frente a la casa de Francisco Javier y accedió a la misma. Una vez en el interior, se abalanzó sobre la víctima y, «sin darle oportunidad de reaccionar ni defenderse, le asestó 18 puñaladas en la espalda y una más a la altura del esternón» , la más decisiva para causar la muerte, según relata el apartado de hechos probados de la sentencia 285/2023. El cadáver no tenía señales de lucha o defensa. 

Luego, según quedó probado por la Policía, Miguel Ángel regresó a su casa cuidándose de no dejar rastro. El cadáver apareció el 30 de septiembre del 2021 –cuando llevaba una semana muerto– y el procesado fue detenido el 3 de noviembre de aquel año. Francisco tenía 53 años cuando murió y, como familia directa, solo tenía un hijo de 27, que es el que ejerce ahora la acusación particular. 

En el juicio, el vallisoletano se declaró inocente y aseguró que el día del crimen acudió al domicilio de la víctima para pagarle la deuda por droga, pero no llegó a entrar porque no le abrieron la puerta. Afirmó que aguardó en la puerta entre 15 y 20 minutos con el dinero que debía pagarle hasta que decidió abandonar el lugar, dado que el narcotraficante no respondía a su llamada.

Aseguró que ambos tenían una relación más allá de las drogas, desde hacía 15 años , y que eran de un mismo grupo y con cierta amistad, además de que le hacía recados y le regalaba ropa para otras personas.

Respecto a los restos de su ADN encontrados en el escenario del crimen, el encausado argumentó que entraba en la vivienda de la víctima «habitualmente» y pasaba allí «en ocasiones, hasta tres o cuatro horas consumiendo».

«Sin pruebas directas»

José Manuel Ferreiro, abogado defensor del vallisoletano  a legó en la vista de apelación del pasado 9 de diciembre que no hay pruebas directas de su presencia en el lugar del crimen.  Pidió ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) la absolución de su cliente  al entender que «no hay prueba de ningún tipo de que hubiera estado en la casa esa mañana».

Según su alegato, el jurado tuvo en cuenta una serie de indicios que «no cumplen los requisitos que establece el Tribunal Supremo», por lo que cree que no debe haber condena. En cambio, el abogado de la acusación particular, Diego Reboredo, consideró que todos los hechos «están perfectamente acreditados» y «no son discutibles». 

Y que estuvo en el interior de la ca casa lo afirmó un testigo. Esta persona declaró en el juicio  que estaba en la ventana el día del crimen y vio al procesado salir de casa de la víctima y cerrar la puerta con llave, lo que le sorprendió enormemente. 

Otro testigo avaló en el juicio la existencia de una deuda de cocaína de Miguel Ángel con el fallecido. Así,  manifestó que tenía constancia de que el último llevaba tiempo apremiando al acusado para que le devolviese 2.700 euros.

Con todo, el abogado de la acusación añadió que en caso de que se descartasen los puntos que señala la defensa, «los indicios restantes son más que suficientes para mantener la condena».  Así recordó que en la casa halló la Policía un paraguas que tenía en la punta de acero sangre de la víctima y en la tela el ADN del acusado. También que la Policía halló una pisada en una mesa de centro junto al cuerpo y el acusado dijo que fue al cambiar una bombilla, «pero el caso es que no había ninguna lámpara sobre la mesa», apuntó el letrado acusador. 

En la casa del fallecido también recogieron una colilla de un cigarrillo con ADN del acusado. 

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