Un mito de los nuestros
EL IDEAL anarquista resume la utopía de la revolución, a la vez que contiene un conflicto irresoluble entre el imaginario y la cruda realidad. Pero aquel sueño existió durante un corto verano del pasado siglo. A ese tiempo de esplendor libertario contribuyeron de forma destacada paisanos: Ángel Pestaña, Buenaventura Durruti y Diego Abad de Santillán. Un ponferradino de Santo Tomás de las Ollas, un leonés del barrio de Santa Ana y un montañés de Reyero. Tres paisanos abocados, como tantos otros, a la emigración, al extrañamiento y a un olvido oficial sin fecha de caducidad.
Buenaventura Durruti (1896-1936) nació hoy hace 120 años en León, donde vivió y luchó hasta 1917. Su madre murió en León en 1968, a los 91 años, y en el barrio de la Vega vivieron hasta hace unos pocos años sus hermanos Santiago y Rosa, la depositaria de una copiosa correspondencia y de los recuerdos más íntimos, entre ellos la mascarilla de bronce que le hizo, una vez muerto, el escultor palentino Victorio Macho. Ningún leonés de cualquier época ha merecido la fascinación de escritores tan importantes. Ya en 1931, Ilya Ehrenburg expresó la impotencia para apresar su figura: «Ningún escritor se hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a una novela de aventuras». Con su muerte, la dimensión mítica de Durruti se agigantó.
Años más tarde, el alemán Hans Magnus Enzensberger recuerda la impresión de su primera visita al cementerio civil de Montjuich: «Su tumba queda en los suburbios de Barcelona, a la sombra de una fábrica. Sobre la blanca losa siempre hay flores. Sólo quien se fije podrá leer lo que un desconocido raspó con navaja y mala letra sobre la piedra: la palabra Durruti». Gabriel García Márquez lo evoca en su relato María dos Praceres (1979). Libertario puro, Durruti fue el héroe popular más importante de los comienzos de la guerra civil. Tres cuartos de siglo después, su póster figura en los álbumes de la mitología revolucionaria y su aventura alimenta una bibliografía copiosísima, mientras en León una encuesta lo eligió como el leonés más importante del siglo veinte.