El aroma del obrador de siempre

Hay aromas inconfundibles, perfumes que nos trasladan a otra época de nuestra vida, como el que desprenden los obradores de toda la vida. Uno de esos clásicos de la repostería de Salamanca es la Confitería Santa Lucía. La historia de esta empresa familiar comenzó hace 25 años de la mano de la familia Sánchez Varas. Manuel Francisco, hijo de este matrimonio dedicado a la pastelería y panadería, se hizo cargo del negocio junto a su madre al fallecer el cabeza de la familia. «La empresa surgió como un pequeño obrador de 60 metros cuadrados en Salamanca capital. Hace 22 años se trasladaron al Polígono de los Villares a unas instalaciones más amplias que han ido aumentado su capacidad», explica Raquel García Fraile, esposa de Manuel Francisco, y una de las responsables de la empresa. Juntos han tomado el testigo, respetando la calidad y una cuidada elaboración.

Si un principio sus productos estaban dirigidos a la hostelería, con el paso del tiempo fueron abriendo distintos puntos de venta de cara al público para adaptarse a las necesidades del cliente. Hace siete años abrieron un local en los soportales de la misma plaza mayor de la ciudad, de inconfundible estética vintage, a la que se han ido sumando otras dos tiendas, también en la capital charra: en la Avenida Mirat y la última, en la plaza de España.

PRODUCTOS ARTESANOS

Su horno se ha hecho famoso por el proceso de elaboración artesanal de sus productos y la alta calidad de las materias primas que proceden de la región. «Nos gusta muchísimo comprar productos lo más cerca posible. Hay muchas empresas agroalimentarias en Castilla y León con gran potencial», apostillan. Cuentan con 12 productos catalogados como Productos de la Asociación Artesanos de Castilla y León y Tierra de Sabor. En su amplio abanico de pastelería dulce y salada destacan las perronillas, los turrones, los empiñonados o el huevo hilado.

Pero si hay un producto que se ha ganado fama es el hornazo. «Además de tener éxito entre el público que acude a la tienda, vendemos muchísimo en el canal de gran consumo y también canal Horeca, con presencia en supermercados fuertes como Mercadona y en la red de tiendas gourmet de Carrefour de Madrid», comentan.

Su roscón de reyes es otro de los productos alabados por la clientela y entidades como la Asociación de Artesanos de Castilla y León, que el año pasado les otorgó el Oro en la categoría de ‘Dulces de temporada y chocolates’. «Fue algo que nos hizo muchísima ilusión y nos dio visibilidad». Este año han repetido la misma suerte al lograr la Plata al roscón de reyes y el Oro para sus mantecados. «Es un producto muy identificativo de Salamanca así que estamos contentísimos. Nos ayuda mucho porque la gente cuando ve un producto premiado se interesa y si le gusta, repite».

La jornada arranca cada día a las seis de la mañana. El personal que forma la plantilla ha hecho con el paso del tiempo «un gran equipo» en el que cada uno tiene claras las funciones a realizar. «Tenemos el obrador divivido en departamentos y cada jefe organiza muy bien el trabajo», comenta Raquel.

Otro aspecto importante es la homogenedidad en sus productos. «Fue un principio que tuvimos muy claro desde el principio: que un producto lo sirvas a un cliente y que siempre sea el mismo». ¿Y cómo se logra eso? se preguntarán algunos. «Trabajo, esfuerzo, perseverancia, estar pendiente de las cosas desde la materia prima hasta la misma puesta en escena», explican.

Intentar «hacer las cosas bien» es el reto diario de esta empresa familiar que trabaja cada día con la ilusión de que «el ciente se sienta satisfecho con lo que ha pagado».