Turismo fluvial

No es fácil asimilar que, siendo una región de interior, somos a la vez –aunque sea en mitad de una atroz sequía– una región con gran oferta en turismo fluvial, con clubes náuticos con más de 500 embarcaciones que se reparten en más de una decena de embalses. También tenemos un buen número de playas fluviales, que aprovechan pozas naturales y zonas reembalsadas artificiales para el baño de locales y forasteros. Y modalidades de piragüismo, vela y paseos en embarcaciones de empresas de turismo activo por los intrincados litorales que dibujan las aguas de los embalses. No debemos olvidar la oferta de cruceros de poca eslora, aunque con una enorme oferta de naturaleza y paisaje, que ha venido a denominarse ‘geoturismo’. Ahí están la docena de barcos que navega por aguas internaciones del Duero y el Douro, entre España y Portugal, frente a Zamora y Salamanca.

Son muchos los montañeros que saben lo bien que sienta un baño en las lagunas de alta montaña, en los lagos glaciares y en las frías pozas del curso alto de gran parte de nuestros ríos. Sin olvidar a los valientes que practican paseos por aguas bravas, que también los hay. Esto es solo el aperitivo, pero demuestra que podemos hablar de turismo fluvial y navegabilidad, incluido el Canal de Castilla, siempre gracias al beneplácito de las aguafundistas confederaciones del Duero y del Tajo. ¿Cuándo dispondremos de una promoción y oferta detallada sobre lugares, actividades y escenarios en un monográfico donde se moje el turismo regional?