Mucha afición, poco equipo

¡Dios mío, qué buen vasallo sería, si tuviese buen señor!’. La frase del Cantar del Mío Cid alude a la relación del Campeador con Alfonso VI, que le pagó sus servicios a la corona con dos destierros.

Estas palabras valen para cualquier época de la historia de España, una nación donde el pueblo ha estado casi siempre por encima de sus gobernantes. Y también se pueden extrapolar al Real Valladolid. Un equipo que ofrece muy poco, pese a sus innegables buenos resultados como local, es correspondido de forma inversa por una afición entregada como nunca a sus colores. Por desgracia en cuerpo, pero no en alma. Para eso aún deben ganárselo Pezzolano y sus huestes.

Las conversaciones con ex jugadores y ex dirigentes blanquivioleta suelen derivar hacia un asunto recurrente: lo bien que jugaba el equipo décadas atrás, con estancia fija en Primera, y la poca afición que iba al estadio. «Ahora parece que es al revés, cuanto peor juega el equipo, más gente va», comenta, mitad con sorna, mitad con cabreo, un ex blanquivioleta señero.

Las cifras, por suerte o por desgracia, le dan la razón. Nunca un Real Valladolid como el de Pezzolano ha gozado de más asistencia en la grada en Segunda División y nunca ha sido tan incapaz de aprovecharlo. Es más, ha logrado el efecto contrario. Las cañas se han vuelto lanzas y Zorrilla se ha convertido en un ruidoso recinto... de quejas cada vez más generalizadas hacia su equipo.

Un repaso a las cifras de asistencia al recinto de pucelano así lo demuestra. La media de asistencia de espectadores esta temporada es de 16.994, prácticamente 17.000 espectadores, lo que arroja una suma total de asistentes a los 17 partidos ligueros ya jugados esta temporada en Zorrilla de 288.892, casi la población total de Valladolid capital, cifrada en torno a los 300.000 habitantes.

La cifra no resiste comparación con las de temporadas pretéritas en la categoría de plata. El año deportivo del ascenso con Pacheta en el banquillo (21-22), las gradas de Zorrilla se poblaron en 21 partidos con 306.455 asistentes, sólo 17.563 más de los actuales, cuando aún restan cuatro partidos por disputarse esta temporada en Zorrilla. En el siguiente frente al Eldense esa cifra puede quedar superada. La media de esa temporada del ascenso fue de 14.593 espectadores.

Más baja aún fue la de la 17-18, cuando se firmó el ascenso con Sergio. En los 21 choques se registró el acceso de 222.414 personas, la friolera de 66.478 menos que ahora, con cuatro partidos menos. La media: 10.591.

A medida que se retrocede en el tiempo, lo hace el número de espectadores en Segunda, con vaivenes. En la temporada 16-17, con Paco Herrera de técnico y el Real Valladolid incapaz de clasificarse ni siquiera para la promoción, hubo más butacas que moradores. La asistencia total fue de 173.503 y la media por encuentro ni siquiera llegó a los diez mil: se quedó en 8.262 y fue la menor de las últimas dos décadas en Segunda. El año anterior (15-16) la cifra fue casi similar, con 8.679 asistentes por choque, en la Liga de Garitano, Portugal y Alberto en el banquillo, con el equipo decimosexto y mirando de reojo el descenso, que se quedó a 4 puntos. La 14-15 con Rubi fue algo mejor en asistencia. La media fue de 9.592.

La 11-12, que supuso el trabajado ascenso de la mano de Djukic, hubo 9.731, mientras que en la 10-11, con Gómez y Abel de técnicos, se llegó a 9.826 espectadores por partido.

La actual cifra de 16.994 es superior incluso a algunas recientes de Primera. Hecha la salvedad de los 13.581 de la 20-21 por los límites a causa de la pandemia, en la 13-14, con JIM de entrenador, se bajó a 16.371. Es una pena que Pezzolano sea incapaz de alinear al jugador número 12 y además se vuelva en su contra.