Diario de Valladolid

Claudio Tolcachir, en Valladolid: «Toda vida importa y el teatro vale porque hace empatizar»

El director y dramaturgo argentino presenta este fin de semana en el Teatro Calderón de Valladolid ‘Los de ahí’, sobre una precaria comunidad de ‘raiders’

Una imagen del espectáculo.T. CALDERÓN

Publicado por
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Tras su estreno el pasado mes de diciembre en el Palacio Valdés de Avilés, y tras pasar por el Teatro María Guerrero de Madrid, sede del Centro Dramático Nacional, llega este fin de semana al Teatro Calderón de Valladolid Los de ahí (el sábado a las 19.30 horas). Un espectáculo escrito y dirigido por el también actor argentino Claudio Tolcachir; un montaje que nació de una pregunta: «¿Cómo se construye una comunidad?».

«Hacía tiempo que no escribía y Alfredo Sanzol (director, dramaturgo y responsable del CDN) me ofreció hacer algo en el María Guerrero. Tenía mucho deseo de volver a escribir. Sobre todo de crear una historia que me importara, que me conmoviera», evoca en declaraciones a este diario el bonaerense, autor de La omisión de la Familia Coleman.

Entonces imaginó un páramo, en una ciudad extranjera, donde Nuno, Munir, Dani y Eduardo tratan de sobrevivir, de ganarse la vida al dictado de una máquina que organiza los pedidos que deberán repartir. Ellos, claro, son raiders. Son, como tantos otros de nuestras ciudades, ‘los de ahí’.

«Son personajes que están siempre esperando. Esperan que les den un paquete que seguramente no saben lo que es, una dirección que no conocen, sin saber cuánto van a cobrar. Su relación con el trabajo es de mucha precariedad y de absoluta incertidumbre. No saben ni quién es su jefe, quién decide quién trabaja y quién no», advierte Tolcachir, que además sitúa a sus protagonistas en un país extranjero, cuyo idioma no terminan de conocer bien como tampoco muchos de sus códigos culturales. «Estos personajes los conocemos, los vemos pasar, pero no los ponemos cara. Podemos no acordarnos de que son personas que tienen una vida, que tienen una historia. Y creo que el valor de la obra es el de humanizarlos», reivindica el director y dramaturgo, que pese a las dificultades que han de manejar sus personajes apela al humor, y reivindica la dignidad con la que se desempeñan Nuno, Munir, Dani y Eduardo, que se divierten, se pelean, juegan y se enamoran.

Cualquiera, sin embargo, puede sentirse reflejado en esos repartidores imaginados por Tolcachir. «Somos parte de un mundo que ya tiene un sistema del que no nos sentimos del todo parte. ¿Cómo funciona todo? Todas mis obras, de alguna manera, están habitadas por personajes que son un poquito marginales. Están como un poquito afuera del sistema. Lo ven funcionar, tienen la sensación de que todos los demás sí forman parte de él. Todas las vidas valen. Y uno intenta anestesiarse, porque hay mucho dolor, pobreza... El solo hecho de saber que esa persona tiene un hijo, que tiene un amor, que tiene una enfermedad, que tiene ganas de cumplir un sueño, ya te hace acordarte de que es una persona. Ahí tenemos un valor del teatro: empatizar con los otros», celebra Tolcachir, que dirige a Malena Gutiérrez, Nuria Herrero, Gerardo Otero, Nourdin Batán y Fer Fraga.

«Cada uno viene de un gallinero absolutamente diferente, de una nacionalidad distinta, con historias muy diversas. Y, sin embargo, terminan construyendo una comunidad, una red. Para mí eso es muy conmovedor, porque uno tiene la necesidad de comunicarse con los demás, de tener un conjunto. Uno de los personajes fundamentales de la obra es una máquina: es la que entrega los paquetes, la que paga. Es como tu jefe, o Dios, hace lo que quiere cuando quiere, y nosotros esperando. Esa situación de relación con el trabajo o con la vida es algo muy de este tiempo», abunda el director.

¿Falla algo en esta sociedad cuando un trabajador llega a casa, de noche, y hace trabajar a otro ordenando un pedido para cenar? ¿Se convierte el explotado en explotador? Tolcachir recuerda cuando un grupo de raiders acudió a ver la función al María Guerrero. «Salieron conmovidos. Al final les preguntamos qué debíamos hacer, si estaba bien o no llamarles aunque estuviera lloviendo. ‘Si no nos llamas nos quedamos sin trabajo’, decían. Está jodido el tema. Lo que creo es que hay que exigir que tengan derechos, regularlo bien, que tengan una seguridad, una cobertura si les falla la salud, que se les incorpore bien a la vida laboral», concluye.

tracking