Blázquez critica la situación de «inquietud» y pide «acortar distancias» entre ricos y pobres
El presidente de la Conferencia Episcopal Española exige «no descuidar» los valores morales para «vencer la soledad» y mirar al futuro «sin abatimiento» / Invita a «promover el bien común» sin descalificaciones
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, denunció ayer la situación de «inquietud e incertidumbre» que vive el país y pidió «acortar distancias» entre ricos y pobres, siendo más solidarios con los necesitados, con los que no tienen empleo estable y con los que sufren. Y lo hizo en la homilía de la misa celebrada en la catedral en honor de la Virgen de San Lorenzo, cuya imagen fue paseada desde la iglesia que lleva su nombre hasta la seo.
En este sentido, lanzó preguntas al aire; reflexiones para todos los presentes: «¿No experimentamos un malestar que impregna nuestro interior y dificulta nuestras relaciones? ¿Qué nos pasa? ¿Por qué tantas familias rotas con las consecuencias que todos conocemos? ¿Por qué miramos al futuro con más preocupación que esperanza? ¿Por qué abundan entre nosotros más descalificaciones que propuestas para promover el bien común? ¿No padece la sociedad fatiga y pesadumbre?»
Por ello, Ricardo Blázquez llamó a «no descuidar los valores morales y eternos» y a «inclinarse» a «adorar los designios de Dios», que «no humillan» la dignidad sino que «enaltecen y dilatan el corazón» de las personas. Además, incidió en que es una forma de «vencer la soledad» –que, tal y como señaló, «se está convirtiendo en una enfermedad característica de nuestro tiempo»– y tener fe para «mirar al futuro sin abatimiento ni desesperación».
El arzobispo de Valladolid prosiguió la homilía recordando el mensaje del filósofo judío Martin Buber, quien habló de «eclipse de Dios» en la historia y en las conciencias, comparable al eclipse solar. «El sol brilla más allá de la oscuridad transitoria causada por el eclipse, pero a veces nosotros lo damos por apagado», apuntó para, a continuación, añadir que «sin el reconocimiento de Dios, el hombre va por la vida como a tientas».
En esta línea, Ricardo Blázquez subrayó que María es «el puente» por el cual Jesús ha llegado «a nuestra orilla» y «se ha encarnado en sus purísimas entrañas». Por esta razón, en su opinión, la Virgen puede mostrarnos «al Salvador del mundo» como lo mostró a los pastores en la noche de Belén y a los Magos venidos de Oriente, que entre las estrellas buscaban «el astro que señala el camino de la humanidad».
Solicitó esperanza, incluso «en el umbral de la muerte» para que María nos guíe todos los días. «Podemos prestarnos unos a otros el servicio de la esperanza», sugirió el presidente de la Conferencia Episcopal Española, quien fue más allá y afirmó que todas las personas se acerquen a aquellos que «carecen de esperanza» para que encuentren el consuelo que precisan. Una propuesta que, a su juicio, tiene que contar con «los valores religiosos», ya que «forman parte» de la sociedad».
En la misa en honor a la patrona de los vallisoletanos, que contó con gran afluencia de público, Blázquez recordó que las fiestas patronales «enraízan» a la ciudadanía en su «historia secular». Así, recomendó a los padres que lleven a cabo el «gesto encomiable» de acercar a los niños a la imagen de la Virgen para que Nuestra Señora de San Lorenzo «los acoja en su regazo maternal», lo que ya es «una bella prolongación de la tradición». «Poned, queridos papás, a vuestros hijos bajo la protección de la Madre de Dios», apostilló.
En esta línea, expuso que la Virgen también ha intercedido «en las guerras y rupturas sangrientas» de la sociedad para que cesara la destrucción y llegara la reconciliación y la paz. «Si nuestra patrona está hondamente entrañada en nuestra vida y es inseparable de la historia de la ciudad, es porque en tiempos bonancibles y en tiempos penosos María nos ha acompañado y acompaña», explicó. De ahí que ayer, que fue su día grande, todos los vallisoletanos la arroparan para hacerse «eco de su pasado, con las satisfacciones e inquietudes del presente y abriéndose al futuro».
Así, según precisó, «cada uno» sabe «qué indigencias y esperanzas trae confiadamente» a la Virgen de San Lorenzo y agregó que «en estos días de pausa del trabajo» se «estrechan los lazos de la familia y de la amistad» en los juegos, espectáculos y conciertos. Pero no son solo para el esparcimiento, el arzobispo de Valladolid puso deberes: «Son días propicios para refrescar la memoria de la fe y para celebrarla festivamente».
Para Ricardo Blázquez, la fiesta de Nuestra Señora de San Lorenzo tiene que ver con «el sentido de la vida humana, no es un evento costumbrista que se redujera a la exterioridad sin fondo». «Desde el gozo popular», añadió, «nos emite un mensaje de vida compartida también en la piedad», por lo que destacó la «alegría» vivida por la ciudad durante la procesión.
Asimismo, el presidente de la Conferencia Episcopal Española puntualizó que estos festejos son «una especie de purificación colectiva», así como de «aliento para afrontar las tareas de cara al futuro», por lo que llamó a orar a la Virgen desde «el fondo del corazón».
De igual forma, animó a «inclinarse» de manera respetuosa ante «las obras maravillosas de Dios». Ricardo Blázquez dijo que la celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María coincide con el inicio del nuevo curso para el que se necesita «ánimo y fuerzas». «Podemos decir con imágenes muy elocuentes: Nuestra Señora de San Lorenzo es la ‘estrella de la mañana’ y la ‘aurora de la salvación’. Jesús es el sol que nace de lo alto, y viene a visitarnos para iluminar a los que estamos en tinieblas y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz», detalló.
El cardenal arzobispo de Valladolid cerró la homilía felicitando las fiestas y pidiendo que «María nos guíe todos los días». Eso sí, con la fe y sin dejar de lado la responsabilidad. «¿Cómo vamos a pedir a Dios lo necesario si nos cerramos al clamor de los pobres y si, como dice San Pablo, nos ocupamos en no hacer nada?».