La enseñanza del cierre de la factoría de la poderosa multinacional Bimbo
BIMBO CIERRA su factoría de Valladolid. El cierre de una empresa es siempre un drama. Esencialmente laboral y familiar. El mismo drama que cuando cualquier otra empresa cierra en otro emisferio de la comunidad, sólo que en algunas latitudes el drama pasa a tragedia por el desamparo industrial que viven territorios como los del Oeste, o Ávila, sin ir más lejos. Y el cierre es una realidad por mucho que dramaticen los políticos con algo que el comité de empresa debió ver venir hace tiempo, pero no alzó la voz de alarma hasta que el lobo apareció, con fecha de caducidad en la factoría. Lo hará el 31 de diciembre. Esa es la realidad fría de una multinacional mexicana que sólo atiende a resultados. Y los resultados le dictan que tiene que agrupar producción para reducir costes y mejorar beneficios. Es la panificadora más grande del mundo y no se va a andar con contemplaciones. Una familia que acumula una fortuna, según Forbes, de casi 8.000 es posible que no sepa ni qué es la Junta de Castilla y Léon. Esa es la realidad implacable de las multinacionales, dispuestas a deslocalizar sus fábricas a golpe de cuenta de resultados.
Dicho esto, pueden olvidares las autoridades locales, autonómicas y nacionales de contarnos quimeras que ellos saben imposibles. Su labor es apoyar a los 166 trabajadores para conseguir las mejores condiciones económicas posibles. Pero también para reorientarlos hacia un mercado laboral del que no son prescindibles. Al Grupo Bimbo no se le planta cara, aunque haya que decirles que nos nos gustan sus formas sorpresivas y sorprendentes. Estamos ante otro caso Lactalis que dijo que cerraba la histórica Lauki también en Valladolid y la cerro por muy bravos y tozudos que se pusieron los gobernantes locales de aquella. Lactalis era otro gigante y los políticos de aquí no son David ni nada que se les asemeje.
Pero de esto casos si hay una enseñanza que hay que sacar. Las autoridades industriales regional y nacional deben prestar mucha más atención, cuidado, protección y mimo a esas compañías locales, grandes y pequeñas, enraizadas en el territorio. Esas que sólo cierran a causa del drama de una ruina. Esas que no se deslocalizan porque tiene su razón de ser en el territorio. Un ejemplo paradigmático es Gullón, pero hay miles más. Las multinacionales, controladas por grandes fondos de inversión, llegan, bienvenidas sean, y se van, con viento fresco. El empresariado de aquí se queda porque su compromiso social es un activo irrenunciable. Tomen nota y déjense de teatralizar. Porque Bimbo ya ha puesto fecha a la bajada del telón:31 de diciembre. Ni un donuts más, ni una tosta menos. Lo que se hace aquí se hará en Cataluña.