Un plan integral para reordenar y recuperar la eficacia de la sanidad
El escandaloso caso del Hospital del Bierzo, que se quedó sin oncólogos, los médicos que tratan, cuidan e intentan salvar la vida a los enfermos de cáncer, ha suscitado un debate tan necesario como urgente en la política. En la sociedad hace tiempo que anida, pero la política cada día se aleja más de la realidad social. No hay mal que por bien no venga, aunque en este caso el mal haya sido tan políticamente repugnante que se ha llevado por delante a la gerente del centro sanitario, Pilar Fernández, a la que ahora intenta recolocar a dedo por su inmolación política. No hay noticias de que el nuevo gerente, el neumólogo Juan Ortiz de Saracho, se haya puesto manos a la obra para dotar de profesionales estables al hospital, no sólo en Oncología, también en Cardiología, donde uno se ocupa de las siete plazas. Pero también a la tarea imprescindible de ordenar, purgar y depurar departamentos que ponen en jaque a diario el funcionamiento eficaz del Hospital. Departamentos que capitalizan con su desorden, caos y desdén la mala fama del Hospital del Bierzo, que luego contamina a muchos profesionales que ejercen con honestidad, dedicación y entrega. Veremos si su ambición por la gerencia es vocacional, o llegó alentada a orillas de una concejalía del consistorio ponferradino.
El caso es que en el pleno de la Cortes de ayer, a raíz de los sucesos del Bierzo, no se sabe si sin querer o plenamente consciente de ello, el presidente de la Junta avanzó un plan integral para la mejora del centro sanitario. Un plan integral que debe suponer la revisión de las estructuras sanitarias de toda Castilla y León, que es el área sanitaria única, y como tal debe ejercer para la igualdad de todos los habitantes. Un plan que suponga que un hospital pequeño, como el de Medina del Campo, o de la periferia regional, como el del Bierzo no está sometido a los contratiempos de los concursos de traslados. No faltan médicos. Aunque nunca están de más. Falta orden y organización. Un plan que empiece por la raíz. Por la Primaria, con consultorios vacíos de pacientes y atiborrados de consultas telefónicas. Un plan que vuelva a hacer de la Atención Primaria esa verdadera primera línea de la salud. No un lugar de tránsito que sólo se dedique a derivar por acción u omisión pacientes a las urgencias hospitalarias, que es quien sostiene la mayor parte del esfuerzo del sistema, por el mero hecho de que hay profesionales que actúan con desidia o directamente no hacen su trabajo. Pero para este cambio estructural que supone volver a la esencia de la sanidad es imprescindible la complicidad responsable y honesta del Colegio de Médicos, que tanto braman por sus prebendas. Pero no sólo del Colegio de Médicos. Es el momento.