VEGA SAUCO-GIL LUNA (DO TORO )
Wences y sus vinos de bacilar

Imagen Wences y sus vinos de bacillar
Hace muchos años, décadas, decenas de ciclos vegetativos, conocí al entonces joven enólogo Wenceslao Gil Durántez. Dos rasgos me vienen a la memoria. Uno, que fue el primer presidente de la Asociación de enólogos de Castilla y León. Ahí comenzó la cantera con apenas una treintena de profesionales que hoy superan el millar con creces. Y otro, el que le liga totalmente al bacillar de Toro. Fue su primer trabajo como técnico, desde 1978. Pocos saben que Wences diseñó la primera etiqueta del Tío Babú, vino que elaboró, entre otros tintos, en tiempos del recordado Luis Mateos, un histórico del vino toresano.
Pero hay más. Enfrentó con acierto a las primeras maceraciones carbónicas y a los primeros vinos espumosos con vino base de verdejo y malvasía y albillo (toda la gama blanca). Eran tiempos sin complejos.
Historia reciente. La tierra, el bacillar, el suelo, hoy tan proclamada en el mundo del vino, fue la máxima de Wences cuando en los 90 decide iniciar su propia singladura como viticultor, bodeguero y poner en práctica sus conocimientos como enólogo. Y así nació Vega Sauco, la bodega familiar en Morales de Toro a la que, años después, seguiría la nueva bodega de Gil Luna, también de corte familiar, ligadas ambas a María José, su mujer, y a sus dos hijas, de ellas, Patricia, enóloga, vinculada a la bodega.
Y ahora es conveniente aclarar lo de bacillar, término toresano hasta las trancas cuyo significado es ‘emparrado’ o ‘viña nueva’. Una vieja palabra de las primeras que aprendí en los ochenta.
El Departamento de Filología Hispánica y Clásica de la Universidad de León señala que «tanto bacillo como bacillar, aunque figuren en el diccionario académico, son palabras que solo se usan en la antigua zona de influencia del leonés o asturleonés, con un equivalente bacelare en gallego y portugués, pero no en castellano, que prefiere con este sentido el término majuelo». Pero fue Toro el último reducto de los bacillares en la viña regional. Por eso Wences presume de su viña joven, apenas 23 hectáreas, casi toda espaldera y con medias de edad de unos 22 años.
Todas sus plantaciones cuentan con el sello ecológico. Wences insiste hasta la saciedad que la clave ante tanta injerencia de cepajes está en cerrar filas en la selección clonal, en su caso, de tempranillos y verdejos, a la que llaman ‘verdeja’. Toda la uva procede del término municipal de Toro. Hoy produce entre las dos bodegas no más de 250.000 botellas al año.
Sus marcas ya están consolidadas en los mercados. Luna, Tres Lunas, Vega Sauco, Wences, Sonrisa y Sin Complejos salen al mercadeo y muestran el potencial de la Tinta de Toro en la crianza en roble.
Siempre con varietales de tempranillo y verdejo con un guiño al albillo blanco y su línea de dulces naturales y tintos de reserva. Este año, en Zaragoza, en el marco de la Feria Enomaq, el ingeniero técnico agrónomo Wenceslao Gil Durántez, enólogo por la Escuela de la Vid y el Vino de Madrid, fue reconocido como el Premio Excelencia 2025 por su trayectoria como enólogo durante 40 años, sus méritos como profesional y su compromiso con la enología española, pues fue fundador y presidente del colectivo regional de enólogos y cofundador de la Federación Española de Asociaciones de Enólogos.
Wences es, por tanto, uno de esos enólogos que se ha ganado un líneo en la historia reciente del bacillar de Toro. De la añada de 1955 y activo en el oficio desde finales de los setenta, todavía sigue al pie del cañón. Aunque podría centrase solo en una de las dos bodegas y dejar que otra empresa gestione la otra.
La andadura de Bodegas Vega Sauco comienza en 1991, más tarde vendría Gil Luna, pero es justo reconocer que mucho antes pasó por bodegas de otras DO, como Ribera de Duero, Cigales o Rueda. Por ahora, sigue al frente de sus vinos de bacillar.