Diario de Valladolid

Las piscinas comunitarias salen de la ‘cuarentena’

Su reapertura ha generado tensión entre vecinos, pero el presidente del Consejo de Administradores de Fincas estima que la «flexibilización» de las medidas ha hecho que «solo un 10% permanezcan cerradas»

Varios vecinos disfrutan de una piscina comunitaria en Valladolid, durante el día de ayer.- PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Varios vecinos disfrutan de una piscina comunitaria en Valladolid, durante el día de ayer.- PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Publicado por
Mar Peláez

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«Sergio, ponte el bañador que bajamos a la piscina» . A once kilómetros de distancia por la ronda, pero dentro de Valladolid capital, otro Sergio ansía que su madre pronuncie la frase mágica: «¡a la piscina!», sin embargo este verano esas palabras no llegarán. Comparten su nombre y también el de su madre, ambas Eva, si bien mientras el primero refrescará los días sumergido en su piscina comunitaria, el segundo no podrá sofocar el calor del mismo modo y verá desde su ventana la pileta vacía, como un mero elemento decorativo. 

Es la cara y la cruz de una realidad que ha impuesto la pandemia en las piscinas comunitarias y que ha tensionado, en ocasiones, las relaciones entre vecinos. El presidente del Consejo de Colegios de Administradores de Fincas de España, y a la vez de Valladolid, Salvador Díez, asegura que el asunto está siendo «complicadillo».

Unos partidarios de abrir, eso sí con restricciones para cumplir las medidas de seguridad e higiene marcadas por las administraciones; otros partidarios de dejar la piscina en ‘cuarentena’ ante el gasto que supone contratar a una persona que se encargue de impedir el acceso cuando se haya completado el aforo del 75% para garantizar un metro y medio de separación y la obligación de limpiar tres veces al día.

La ‘relajación’ en las restricciones marcadas con la ‘nueva normalidad –en la fase 2 las piscinas podían abrir solo con un 30% de aforo y cita previa– «ha llevado a muchas comunidades a decantarse por el sí». De hecho, Díez estima que el 90% de las piscinas comunitarias de la ciudad han abierto, o lo van a hacer en estos días. Es un cálculo, ya que, como él mismo asegura, «no existe un censo del numero de piscinas comunitarias en la Comunidad (cerca de 6.000) y, por tanto dar cifras de cuántas abren o no, resulta arriesgado».

«Todo depende del tamaño de la comunidad de vecinos» , explica. Las grandes, como la de Fuente Berrocal donde se bañará nuestro primer Sergio, «no tienen problemas». María, la presidenta de esa comunidad con más de 600 viviendas, comenta que, tras múltiples reuniones de la junta directiva, al no poderse celebrar reuniones vecinales al uso, decidió abrir porque pensaron que «es lo mejor para los vecinos». 

«Ya antes contábamos con una persona para el control de acceso y con socorristas, por lo que en este punto no habrá cambios», subraya. Sí subirá la factura de la limpieza extra para mantener a raya al virus, pero «será asumible y no se tendrá que pedir a los vecinos una derrama» .

Llevan desde el 22 de junio (una semana de retraso sobre los anteriores veranos) testando las medidas que han ideado para dar seguridad en todo el recinto que ocupa la piscina de Fuente Berrocal . Entradas y salidas al recinto por distintas puertas, el suelo delimitado para garantizar las distancias, geles hidroalcohólicos por todas partes, nada de sacar hamacas o sillas de la terraza del bar, carteles recordatorios por todos los lados, prohibido balones, recomendable el uso de gafas de buceo por aquello del plus de productos desinfectantes del agua... y hasta el 1 de julio no serán bienvenidos los invitados. 

En esa misma situación está la comunidad la Olma en Villa del Prado, una en la calle Estadio, o en Jardines de Zorrilla donde se ha realizado un censo de las personas que « tienen residencia habitual y permanente en las viviendas» . Solo ellas tendrán autorizado su uso.

Tampoco las piscinas de comunidades pequeñas han tenido especiales problemas para abrir «porque los vecinos se autoregulan », manifiesta Díez. 

El «conflicto» está en las de mediano tamaño. Ni tienen socorrista contratado ni sistema de conteo de bañistas y el plus en las labores de limpieza ‘rascará’ el bolsillo de los vecinos. «El coste a repercutir entre el vecindario depende del tamaño de la piscina», apunta Díez, quien estima que la ‘derrama’ rondará entre los 1.500 y los 2.000 euros por comunidad.

¿Caro, barato, seguro, inseguro? Las fórmulas para decidir si se abre o no difiere de unas comunidades a otras. Las hay, como las de nuestro segundo Sergio, que vive en la zona del Hospital nuevo, cuyos vecinos decidieron en una reunión el 22 de junio, por 13 votos en contra y siete a favor, que la piscina se pasaría todo el verano sin el chapoteo habitual. 

« Nadie ha pensado en los niños ; llevan tres meses encerrados en 70 metros y ahora no pueden ni bañarse en su piscina cuando a cada vecino nos iba a suponer solo 30 euros», se queja su madre, que ya busca alternativas en piscinas públicas para acceder a un servicio que ya paga todo el año. «No tiene sentido. No entiendo que sí dejen entrar gente de fuera y subirse a los columpios, pero no bañarse».

Hay otras, como la comunidad de Los Cerezos en Puente Jardín , que ni siquiera ha hecho una reunión, ni virtual ni real, ni votación a través de urnas u otro sistema. Los vecinos se enteraron de la decisión de la junta directiva por una circular: «No se abrirá la piscina». 

Aun así, la máxima voz de los administradores de fincas piensa que, aunque tarde, «después de que se hayan flexibilizado las exigencias, algunos reconsiderarán su decisión y al final abrirán».

En los casos donde las piscinas permanezcan este verano sin agua, los propietarios tendrán que decidir cómo administrar el superávit que genera esta decisión en el gasto presupuestario. Y los inquilinos de viviendas donde existan piscinas comunitarias cerradas podrían incluso, según la OCU, reclamar una reducción de su recibo de alquiler de forma temporal hasta un 20%

Una advertencia. Díez aprovecha para hacer un llamamiento a todos esos vecinos que tienen pensado poner una piscina hinchable en sus terrazas. «Antes de hacerlo que consulten a un técnico porque una pileta de un metro cuadrado pesa 800 kilos lleno de agua». Quiere evitar accidentes como el ocurrido el 23 de junio en Elda (Alicante) donde el peso de una piscina hizo ceder el techo de la terraza donde estaba instalada.

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