Diario de Valladolid

NAVIDAD VALLADOLID 2022

Al galope en el tiovivo del abuelo Luis en Valladolid

«Es un trabajo de muchas horas y sin horarios. Sabes cuando abres, pero no cuando cierras», expone Juan Carlos Clemente, dueño del Tiovivo 1900 que causa sensación entre niños y niñas en la plaza Mayor

JUAN MIGUEL LOSTAU. 03/12//2022. VALLADOLID. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. TIOVIVO EN LA PLAZA MAYOR. CARRUSEL ORTEGA. JUAN CARLOS Y SU HERMANA, HIJOS DE LOS DUEÑOS.

Juan Carlos Clemente y su hermana Leyre María en el tiovivo de la plaza Mayor de Valladolid. J.M. LOSTAU

Publicado por
Diego González
Valladolid

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Domar un caballo nunca ha sido tan fácil. No relinchan ni por muchos giros que den sobre sobre sí mismos. Negros, marrones, blancos… La elección es diversa si no se te han adelantado. A sus lomos, la primera posición de una carrera de cuatro minutos nunca parece perderse antes de que los niños y niñas vuelven a andar sobre sus pies abarrotados de felicidad. Todos son ganadores, mientras el Tiovivo 1900 les ofrece la oportunidad de repetir la experiencia sin límite alguno.

Hay que remontarse hasta el 1932 para conocer el origen de la empresa Carruseles Ortega de la mano de Luis Ortega que importó de Estados Unidos las denominadas «ruedas de caballitos». Sucesivas innovaciones congeniaron en el actual Tiovivo 1900, un carrusel de dos pisos que desde hace alrededor de veinte años se adueña de uno de los rincones de la Plaza Mayor que ha pasado a  pertenecer a Juan Carlos Clemente, nieto de Luis e hijo de feriantes.

Juan Carlos rememora a su abuelo por su «característico bigote» y «carácter bruto», pero también por el cariño a sus nietos, familia y, sobre todo, a los carruseles . «Él mismo los pintaba y restauraba en caso de que les pasara algo» , señala. Así, de su esfuerzo y dedicación logró que el apellido Ortega se extendiese por diversos puntos de España, como Burgos, Plasencia, Torrelavega, Valencia, Bilbao, Castellón, Cádiz o Talavera de la Reina, además de Valladolid, de donde es originaria mayoritariamente la saga familiar que transcurre ya por la tercera generación de feriantes.

De feria en feria, la infancia de Juan Carlos ha contado con más dosis de diversión que la de los demás niños de su edad. «Recuerdo de pasármelo muy bien. Yo estudiaba en Plasencia y la feria eran mis vacaciones. Mis amigos me decían que tenía suerte de poder vivir así», explica.

Pero según los años pasaban, la desconexión suponía tener que ayudar a sus padres en los carruseles montando piezas, desembalando cajas o en su propio traslado. Codo a codo, sus caras ya se convierten en familiares en Valladolid después de tanto tiempo al frente del Tiovivo 1900 ubicado en la Plaza Mayor , y que durante este ciclo se puede disfrutar hasta el 6 de enero de 2023, en horario de 12.00 a 15.00 horas, y de 17.00 a 22.00 horas.

Pese a poder desligarse del carrusel y ceder las riendas de los caballos a Juan Carlos, sus padres, especialmente su madre, mantienen intacta su pasión. «El problema, que también puede ser considerada una virtud, de la gente que ha respirado la feria desde pequeño es que la jubilación la ven muy lejos aunque tengan años para ello. Aunque el cuerpo se lo pida, un feriante nace, crece y muere siendo feriante y pocos dejan paso a los que vienen por detrás hasta que ellos faltan», indica Juan Carlos.

La pandemia y su condicionada recuperación les privó a los tres de la ilusión de ver el disfrute de los más pequeños y también de sus padres «que te dicen que ellos también montaban en los Carruseles Ortega en su época», añade.

Con el reto de ver «cómo crece y ver cómo sigue prosperando, evolucionando y habiendo alternativas pese a acontecimientos malos», concebir la Navidad sin el Tiovivo 1900 ya no es posible, al menos si el Ayuntamiento de Valladolid sigue apostando por ello. «En casa como en ningún sitio», sentencia Juan Carlos.

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